Es La bici de Ghislain Lambert una comedia de las que rompen moldes, una pequeña joya de gracia inclasificable y con fondo duro e incluso amargo, dirigida en Bélgica el francés Philippe Harel.
Es un duro, vivo y gracioso recuento -con escenas tan vibrantes y gozosas como la sobredosis de dopaje- de la vida de un hombre oscuro, un terco perdedor que un buen día, y por un conjunto de azares deja de serlo y tiene su efímero instante de gloria. Es éste Guislain Lambert, cuya aventura y desventura nos relata, con jugoso, preciso y directo estilo, Harel, uno de esos ciclistas profesionales llamados gregarios, a quienes vemos hacer bulto en las rondas ciclistas y de los que nunca nadie sabe el nombre ni ve su rostro más que en un pase fugaz sobre su perfil de alguna cámara de televisión despistada.
LA BICI DE GHISLAN LAMBERT
Dirección: Philippe Harel. Guión: Olivier Dazat, P. Harel. Intérpretes: Benoît Poelvoorde, José García, Daniel Ceccaldi, Sacha Bourdo, Emmanuel Quatra. Género: comedia. Francia-Bélgica 2002. Duración: 119 minutos.
La inefable aventura de este ciclista belga -aplastado por la sombra de su compatriota Eddie Merck, el más grande de los ciclistas- es una preciosa combinación de gotas de patetismo, amargura, crueldad, dolor, amor a la vida y olfato para capturar el humor que brota de sus zonas tristes. Una gran comedia libre, ligera y al mismo tiempo grave, inolvidable.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de junio de 2003