La Agencia Central de Inteligenia (CIA) no informó al presidente George Bush en detalle del arsenal de armas con que contaba Sadam Husein. Entre otros casos, Bush se valió de un informe falso que aludía a la compra de uranio por el régimen iraquí en Nigeria.
Un miembro veterano del espionaje dijo que "las actuaciones de la CIA fueron interpretadas por la Administración de una manera extremadamente sesgada", como en el caso del informe falso del uranio. "Es sólo un capítulo más de por qué fuimos a la guerra. Pero hubo otros". En enero, un componente clave del discurso del presidente de EE UU sobre el Estado de la Unión consistió en la afirmación de que Irak disponía de un gran dispositivo bélico.
Sin embargo, un veterano analista de la CIA afirmó que la inexistente compraventa de uranio por parte de Irak en Nigeria es un hecho "revelador de problemas graves" en el manejo de la información sobre el presunto programa de armamento químico, biológico y nuclear iraquí, y sus lazos con la red terrorista Al Qaeda (responsable de los atentados del 11-S en EE UU).
Los datos de los que se valió la Casa Blanca para justificar la guerra eran cuando menos tergiversados. La información que no encajaba con la que tenía el Gobierno norteamericano era inmediatamente descartada, y la información que era consistente con los datos que poseía la Administración "no se escrutaba seriamente", concluyó el analista.
A medida que la controversia sobre el papel jugado por el espionaje se ha ido agrandando en tanto en cuanto equipos de élite estadounidenses no encuentran en Irak las armas proscritas, hay miembros de la CIA que acusan a políticos veteranos de la Administración de presionar a la CIA para que dijera lo que ésta quería oir y de exagerar sus datos para apoyar la guerra, que ya estaba determinada a emprender.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de junio de 2003