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PACTOS POSELECTORALES

Suárez Illana, fichaje estrella del PP, deja la política activa por "diferencias con la dirección"

Justifica su abandono porque "cuando se fracasa y se asume esa responsabilidad, se dimite"

Adolfo Suárez Illana, de 39 años, hijo del ex presidente Suárez, es, desde ayer, "militante de base" del PP. Eso no lo había sido nunca. Entró en el PP por la puerta grande en enero de 2002, en el XIV Congreso. El líder popular, José María Aznar, le incorporó al Comité Ejecutivo Nacional del PP. Cuatro meses después fue designado candidato popular a las elecciones a Castilla-La Mancha. Ayer optó por no recoger su acta de diputado. Justificó su abandono por las "importantes diferencias con la dirección nacional" del PP en el "análisis de la situación del partido en Castilla-La Mancha, de los resultados electorales y del proyecto que hay que realizar". Y porque "cuando se fracasa y se asume esa responsabilidad, se dimite".

Han pasado 17 meses desde que Suárez Illana ingresó en el Partido Popular directamente catapultado a su dirección, y 19 días desde las elecciones del 25 de mayo en las que el candidato popular logró los peores resultados electorales frente al PSOE en Castilla-La Mancha. En estos 19 días, Suárez Illana asegura que ha mantenido "muchas conversaciones con la dirección nacional del PP" para "analizar los resultados del 25-M y el proyecto del trabajo que hay que realizar" ahora en esta comunidad. En esas conversaciones, entre las que Suárez Illana no incluyó la mantenida con José María Aznar el jueves en La Moncloa, le han servido para "constatar diferencias sustanciales" y, por su decisión de dejar la política activa, irreconciliables. Suárez no quiso decir si es cierto que él pretendía hacerse con la presidencia del partido en Castilla-La Mancha, en manos del alcalde de Toledo, José Manuel Molina, pero la lucha soterrada entre ambos es un secreto a voces en Toledo.

Suárez utilizó dos tipos de argumentos para justificar su abandono. El primero fueron sus "diferencias con la dirección nacional" en el "análisis" tanto de los resultados electorales como de lo que debe hacerse a partir de ahora para que el PP sea una alternativa en Castilla-La Mancha dentro de cuatro años. "No puedo abandonar ni mi análisis ni mis convicciones".

"He fracasado"

El segundo argumento fue que hay que asumir la "responsabilidad" política por "un fracaso". "Yo he diseñado la campaña, yo he hecho el trabajo y yo he fracasado. Cuando se fracasa y se asume esa responsabilidad, se dimite". Enseguida aclaró que no puede dimitir porque no tiene cargo alguno del que hacerlo. Por eso, lo que hizo ayer fue no recoger su acta de diputado. Y "pedir disculpas por no haber sabido transformar la confianza" que le dio su partido "en un proyecto ganador".

A partir de ahí, eludió responder a una catarata de preguntas también de dos tipos: qué discrepancias y qué responsabilidad política. De todas las maneras posibles, Suárez evitó decir cuáles son esas diferencias entre su análisis y el de la dirección del PP, o, al menos, cuál es su criterio. Y con la misma renuencia se negó a explicar cómo se conjuga su salida con su reiterada promesa de quedarse en la oposición aunque perdiera contra José Bono o, al menos, por qué ha esperado 19 días si iba a dejar el escaño.

Pero en sus evasivas surgieron retazos que explican su decisión. Justificó su negativa a detallar en qué consisten sus diferencias de "análisis" con la dirección nacional porque contarlas "sería una irresponsabilidad", sería "sembrar un punto de discordia". Y añadió: "No es importante cuáles son las diferencias. El proyecto no es el que debía ser y lo asumo". Aunque él se reafirma en ese proyecto. "No considero que sea un fracaso personal", pero cuando hay "diferencias de criterio, el proyecto debe ser el que decida el partido". Como hay "diferencias de criterio" se va. Luego dijo: "Con el proyecto del PP es con lo que yo estoy comprometido". Pero ahora como militante de base. Aún más, defendió que su salida "beneficiará" al PP, un partido muy poco amigo de las dimisiones. "Beneficia que se asuman responsabilidades personales". Y apostilló: "El que asume el fracaso soy yo y la responsabilidad se zanja conmigo".

Muy poco después dejó caer que el fracaso es, como todo, relativo. "Cuando llegué aquí tenía cero votos y hemos conseguido 400.000 votos". Se le olvidó decir que en las anteriores elecciones, el PP obtuvo 424.000 votos. Aún más, que el 25 de mayo el PP perdió dos escaños, al pasar de 21 a 19, que el PSOE amplió su mayoría absoluta y que José Bono logró 230.000 votos más que Suárez Illana. Nada más decir que había pasado de cero a 400.000 votos, reaccionó: "Los partidos tienen más recorrido que las personas y hay que mantener la lealtad al partido que es lo que votan los ciudadanos".

Suárez mezcló en su despedida las tres fórmulas de resolución de conflictos: salida, voz y lealtad. Optó por la salida, aunque él "está a disposición del partido" por su "adhesión inquebrantable a José María Aznar". Utilizó la voz al convocar una rueda de prensa en vez de otra fórmula que habría gustado más a la dirección del PP, como una discreta comunicación a una agencia. Y esgrimió su lealtad al PP, a su líder y a sus "convicciones".

Como casi siempre, rememoró a su familia. Ayer a su madre que le enseñó, según dijo, el poema Si de Rudyard Kipling. "Si tropiezas con el triunfo, si llega tu derrota, y a esos dos impostores tratas de igual forma", declamó. La conclusión de Kipling a todos esos "si" que se enseñaba en las escuelas es: "Serás hombre, hijo mío". Y así acabó ayer Suárez Illana sus 17 meses de protagonismo en el PP.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 14 de junio de 2003