No comparto creencias políticas ni religiosas con Jesús Pedroche. Soy funcionaria de la Comunidad de Madrid y, como tal, en un puesto de libre designación, colaboré con él de 1995 a 1999. Ni yo ni nadie que le conozca puede creer que cesaría a alguien por estar embarazada. Yo menos que nadie; viví mi embarazo soltera trabajando con él y sólo recibí el mejor de los tratos posible.
Pedroche no es un jefe tradicional; en el tiempo que fue consejero de Presidencia demostró a todos los que allí estábamos que es una persona buena, honrada y tolerante que acepta, aunque no comparta, puntos de vista, opiniones y formas de vida muy distintas a las suyas. No volveré a tener un jefe de la grandeza humana de Jesús Pedroche, pero me alegra decir que desde entonces tengo un amigo a quien admiro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 15 de junio de 2003