Fernando Torres volvió a toparse con la misma piedra que en la primera vuelta, el Madrid. Pero esta vez dolió más. Por un lado, porque el escenario era su propio estadio, con sus padres y sus amigos en la grada. Por otro, porque el resultado fue rotundo. Tan rotundo, que el propio delantero reconoció sin excusarse en ningún retrueque verbal: "Han sido mejores desde el minuto uno hasta el minuto noventa" y, luego, sin cambiar apenas el gesto de la cara, concluyó: "No hay más que hablar". El jugador no tuvo ningún reparo en reconocer que la palabra que mejor define lo vivido en el Calderón es la de impotencia: "Te desesperas cuando ves que por mucho que hagas, por mucho que intentes, el partido no mejora". Una desesperación que a veces se traduce en pequeñas trifulcas en el campo, como la que mantuvo con Míchel Salgado.
MÁS INFORMACIÓN
"Hemos sido mucho peores en todo. Peores en actitud, en entrega, en toque y en definición. Peores, en resumen, en todo", dijo a modo de análisis desesperado Luis Aragonés, el técnico rojiblanco, coincidiendo punto por punto con las aseveraciones de Fernando Torres.
Sin embargo, lo cierto es que Luis Aragonés apuntó, y no es la primera vez, de manera clara contra sus jugadores al señalar que los madridistas habías sido superiores "en entrega y en actitud". También apuntó en esa dirección cuando el equipo perdió en el calderón el pasado 26 de abril ante Osasuna, el día de su centenario.
"Han sido completamente superiores", decía tras el choque un Luis ya seco y con el pelo peinado, mesándose indisimuladamente las canas. "El partido estaba acabado a los 18 minutos, con el dos a cero", reveló el entrenador. Más o menos a esa altura del partido fue cuando el entrenador decidió esconder el ala bajo el agua y economizar todos los esfuerzos verbales y gestuales.
"La verdad es que no me siento bien", confesó el entrenador con un tono extrañamente átono, como ido. "Llevo el cabreo por dentro", explicó.
Luis Aragonés fue fuertemente abroncado por la hinchada, que sin embargo despidió al equipo con gritos de ánimo y entonando el himno.
Un ánimo muy necesario para un vestuario "hundido", en palabras de Movilla, qu etambién se apuntó a la actitud de autocrítica: "No hemos estado a la altura de las circunstancias", dijo el centrocampista sin poner excusas a la derrota. "Un resultado tan abultado como el que se ha dado te demuestra claramente como ha sido el partido y quien ha sido superior a quien". Movilla desveló que el vestuario estaba dolido por "no haber conseguido nada" y reveló: "Al acabar la primera vuelta esperábamos conseguir algo más que la permanencia".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de junio de 2003