Rápidamente, el señor Arenas y el señor Rajoy se han subido al carro de la exigencia de dimisiones por los casos de Madrid o Navarra.
Hasta ahí, pues todo muy normal.
Pero también sería bueno que exigieran las dimisiones de Cascos, por inoperante; del ministro de Economía, por Gescartera; del propio Rajoy, por mentir reiteradamente en el caso Prestige; de Zaplana, por dar contratos millonarios a dedo o por el caso de la directora del Instituto de la Mujer; al presidente Aznar, por engañar en el tema de las armas de destrucción masiva en la guerra de Irak.
Eso es no ver la viga en su propio ojo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de junio de 2003