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COLUMNA

Niño de provecho

Me ha sorprendido escuchar, de buena mañana, la trifulca que han armado mi vecino y su hijo, que ni siquiera conoce el esplendor de la adolescencia. Por momentos, parecía que el tabique de la salita se me venía encima, con el escándalo. Y me ha sorprendido porque conozco bien a la familia y sé que es muy prudente y comedida. Poco a poco, todo se ha resuelto en un rumor cotidiano de trajines domésticos.

Minutos después, llamaron discretamente al timbre de mi puerta. Era, como había sospechado, mi vecino y viejo condiscípulo de instituto. Me pidió un café, se sentó en el sofá y encendió un cigarrillo. Hubo un silencio y de pronto exclamó: Pues mira si la cosa tiene pelotas que ahora, tampoco quiere ser bombero, ¿qué te parece? Hice un gesto ambiguo y por decir algo dije que los chicos de hoy andan muy dispersos con tanto cambió de planes de estudio y tanta mandanga. Quizá, pero estoy hecho polvo, entiéndeme. Primero, quería ser maquinista de tren; luego, futbolista; finalmente, bombero; y hoy mismo, en el desayuno, después de echarle otro vistazo a sus flamantes notas, va y me dice: papá, ya no quiero ser bombero, quiero ser tránsfuga. Se me atragantó la tostada y traté de sacudirle un pescozón, pero me esquivó, mientras me reprochaba a voces: no quiero ser como tú, ¿te enteras de una vez? A ti nadie te reserva habitación en el Hotel de los Vascos, ni cuenta contigo para nada. Se encerró en su dormitorio y por más que insisto, con razonamientos y amenazas, no logro persuadirlo de que abandone su encierro. Dio una calada profunda y apagó el cigarrillo. Aún sigue allí, ¿sabes? Y no para de repetirme que sólo saldrá cuando lo haga socio, no del Madrid o del Barça, sino de la FSM o del PP de Villaviciosa de Odón, y no acepta como entrenador más que a Francisco Vázquez o a Romero de Tejada, ¿te das cuenta? Mi vecino estaba deprimido. Para animarlo, se me ocurrió una reflexión: Pero, hombre, tu hijo es un niño prodigio, un niño de provecho. Ocultó la cara entre sus manos y sollozó: Puede que sí, pero Arenas ya le ha metido una querella criminal.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 18 de junio de 2003