El templo de la ópera, La Scala de Milán, acogió ayer por primera vez, aunque en su escenario provisional del teatro de los Archimboldi, una zarzuela. La presentación ha sido posible gracias al interés personal de Plácido Domingo, que asume un papel de barítono en la versión semiescénica de Luisa Fernanda, zarzuela en tres actos de Federico Moreno Torroba, estrenada en Madrid el 26 de marzo de 1932. Domingo ha interpretado anteriormente romanzas de otras zarzuelas en La Scala, pero ésta es la primera vez que el público milanés tendrá la oportunidad de conocer en su integridad una de las obras más populares del género lírico español.
Para Domingo, Luisa Fernanda es una obra cargada de significado porque sus padres, ambos cantantes de zarzuela, la interpretaron muchas veces. La dirección musical corrió a cargo de Miguel Roa; la escénica y el montaje llevaban la firma de Emilio Sagi, director artístico del Teatro Real, y Domingo estuvo arropado por los cantantes María José Montiel, Elena de la Merced y José Bros.
"En La Scala he intercalado muchas veces, y con gran entusiasmo del público, temas de zarzuelas", ha declarado el tenor. "Hasta el punto de que Carlo Fontana [responsable del teatro milanés] me pidió que presentara esta música española". Domingo no considera un problema cantar un papel de barítono porque en la zarzuela el barítono tiene un tono más agudo que en las óperas, y aunque los temas son difíciles están intercalados por párrafos hablados. En cuanto a la zarzuela, el tenor se confiesa un amante total. "La defiendo porque la llevo en la sangre desde la cuna. Cuando canto Luisa Fernanda, no me pongo a compararla con las óperas. La canto como si interpretara Otelo. Es una música bellísima, que llega al corazón".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de junio de 2003