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Tres iraníes se inmolan en París tras la detención masiva de opositores al régimen

Bush pide a la comunidad internacional que impida a Teherán fabricar armas nucleares

La detención masiva de opositores al régimen de los ayatolás decretada por Francia ha desatado una oleada de protestas entre los refugiados iraníes en ese país, donde tres personas -dos mujeres y un hombre- se prendieron fuego ayer. Mientras, en Viena, el representante de EE UU ante el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), Kenneth Brill, acusaba a Irán de "tratar deliberadamente de escapar al control" internacional. Y en Washington, George W. Bush pidió al mundo que impida a Teherán fabricar un arma nuclear.

Las tres personas que se quemaron a lo bonzo en París se encuentran en estado muy grave, sobre todo Marzie Babajani, cuya muerte fue anunciada por el servicio de bomberos y posteriormente desmentida por el portavoz del hospital donde se encuentra ingresada.

El Gobierno francés declaró, a través del director de Vigilancia del Territorio (contraespionaje), Pierre de Bousquet de Florian, que los Muyahidin del Pueblo, principal grupo de oposición iraní, representan "un peligro" para Francia y para sus ciudadanos y que había confirmado que la organización había transformado su sede en un "centro operativo terrorista". Decenas de iraníes se instalaron ayer en los aledaños de ese edificio, que fue clausurado el martes por la policía, y ocuparon con tiendas de campaña las aceras. Algunos de los 159 muyahidin del pueblo detenidos el martes fueron puestos en libertad ayer tras ser interrogados.

En Viena, mientras tanto, el embajador norteamericano ante el OIEA aseguraba que los datos de la agencia atómica de la ONU sobre la falta de informes de Teherán acerca de la importación, tratamiento, instalaciones y depósito de material nuclear "confirman que el programa nuclear iraní es muy preocupante". El representante iraní, Alí Salehi, alegó que "La República Islámica ha cumplido las obligaciones adquiridas en el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP)", y admitió como "errores de negligencia" algunas anomalías registradas por el OIEA, tales como la omisión de la importación de "una pequeña cantidad de 0,13 kilos de uranio en 1991". De otras actividades sin declarar, como la construcción de una planta de producción de plutonio en Arak, y de una instalación para enriquecimiento de uranio en Natanz, se enteraron los inspectores después de que lo diera a conocer la oposición iraní el pasado agosto en Washington.

La postura de los 35 integrantes de la Junta de Gobernadores del OIEA no es homogénea, pero todos coinciden en instar a Irán a firmar el Protocolo Adicional del TNP, que garantiza un control más fidedigno mediante inspecciones de sorpresa.

[En Washington, el presidente George W. Bush pidió ayer a la comunidad internacional que se una y deje claro a Irán que no permitirá un programa de armas nucleares en ese país, informa Efe. "Irán sería peligroso si tuviera un arma atómica", dijo.]

El presidente iraní, Mohamed Jatamí, reiteró ayer su rechazo a este tipo de inspecciones sin acceder en contrapartida a la asistencia tecnológica occidental. "Reclamamos lo que nos corresponde en virtud del TNP, por el que todos sus signatarios tienen derecho a la tecnología nuclear civil y a la asistencia de los demás miembros, y a nosotros no sólo no nos ayudan, sino que nos han impuesto sanciones", destacó Jatamí.

Especialmente escépticos se mostraron en el OIEA los representantes de la UE y otros países occidentales. Un Irán dotado de arsenal atómico "sería tan peligroso como Irak y Corea juntos", comentaba un diplomático europeo. Pero fue "moderada y muy poco crítica" la posición del grupo de países no alineados, según dijo un portavoz del OIEA, que consideró muy poco probable que de esta reunión surja una resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

Sin embargo, y dentro de la indecisión que gobierna en estos momentos la actitud de Washington hacia Irán, EE UU no descarta presentar el caso de las presuntas infracciones nucleares de Teherán ante el Consejo de Seguridad, pero en esta ocasión, EE UU no quiere hacer de llanero solitario y espera coordinar su estrategia con los europeos. Washington confía en que el informe final de la OIEA sea lo bastante contundente como para forzar al Consejo de Seguridad a imponer sancciones. Mucho dependerá de los rusos, que hasta ahora han apoyado incondicionalemente a Irán.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de junio de 2003