Una cosa es cierta. Desde el primer día de mandato del nuevo alcalde de Alcalá de Henares, con el cumplimiento de la bajada de bolardos en las calles, se circula mucho mejor. Y no sólo eso. El tiempo que invertía en llegar a mi trabajo, cerca de 45 minutos a primeras horas de la mañana, se ha visto reducido a tan sólo cinco minutos. Y si le añadimos que a la vuelta de la jornada han desaparecido los problemas de aparcamiento, esto es un paraíso. El paraíso que era hace exactamente un año, antes de los cortes de tráfico en el centro.
Cuando las cosas se hacen con los pies nada sale bien. Antes de cortar calles hay que hacer unos aparcamientos dignos y unos estudios de tráfico en condiciones. Y ésos han sido los fallos del anterior mandatario. Las chapuzas se pagan caras. Y, desde luego, el dinero gastado inútilmente en todos estos fallos siempre a costa del erario público.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 19 de junio de 2003