Eduardo Tamayo recibió ayer a este periódico en el despacho de su abogado, situado en un edificio de 22 plantas del norte del Madrid. Tiene buen aspecto. Su apariencia es la de un hombre normal, sin problemas importantes. El miércoles escribió a la Asamblea de Madrid contando que iba a apoyar en la investidura a Rafael Simancas. Pero cuando habla con EL PAÍS, ya sabe que Simancas rechaza ser investido "con el voto de dos tránsfugas".
"El partido ha cometido su mayor error. Aquí no había un incendio, sólo salía humo"
"Creo que el PSOE se ha cerrado a cualquier vía de solución en términos políticos que no sea la de entregar el acta", dice. "Pienso que podría haber otras fórmulas. Mi intención desde el primer día de producirse esta crisis fue la de mantener una reunión con mi secretario general, José Luis Rodríguez Zapatero. Exponerle una serie de razones de tipo personal, de por qué yo y la compañera Maite habíamos actuado de esta manera en términos políticos. Aquí no había un incendio, sólo salía humo. Alguien dijo que había un incendio y todo el mundo empezó a coger mangueras y a echar por ahí todo tipo de desperdicios, y ese ha sido el mayor error que el partido ha cometido".
No está muy dispuesto a devolver su acta de diputado, como le pide el PSOE, aunque atisba una posibilidad: "Con una reunión con José Luis Rodríguez Zapatero y a resultas de los compromisos que hipotéticamente se hubieran podido llevar a efecto, pues estaría dispuesto a entregar el acta. Yo quiero que me escuchen. Exclusivamente. Yo no pido nada, no he pedido ningún cargo. Otros me comentaban que se decía que había hecho éso y me iba con una maleta llena de millones al aeropuerto".Y confirma que María Teresa Sáez está en la misma posición.
Simancas ya no le vale. "Yo nunca he querido hablar con Simancas. He pedido hablar con José Luis; es mi referente y lo seguirá siendo durante mucho tiempo. Esté dentro del partido o esté donde esté. Yo aposté por él, le ayude todo lo que pude y con él me he relacionado políticamente en términos de auparle a la presidencia del Gobierno".
Por su cabeza pasaron dos posibilidades de venganza por el supuesto incumplimiento de los acuerdos a los que había llegado para el reparto de cargos: "Tenía esta opción que elegí, y tenía la opción de ausentarme en la sesión de investidura, lo que hubiera sido un desastre", asegura.
¿Por qué no se comunicó con los dirigentes de su partido ese día?
"Yo hablé con el secretario de organización, Pepe Blanco, alrededor de las 12 de la mañana [dos horas después de ausentarse del pleno de la Asamblea]. Ahí no hubo posibilidad de arreglar nada. Me dijo: 'Eduardo, entrega tu acta y no tienes nada más que hacer en este partido'. ¡Hombre, si esa es la posición de un líder de la comisión ejecutiva federal, me parece que pocas salidas políticas dejaba".
Tamayo se queja de que se hayan revelado las llamadas de teléfono que hizo desde el móvil pagado por el grupo parlamentario socialista: "Que hayan sido publicadas mis facturas del teléfono móvil, las mías, que sí es cierto que las paga el grupo parlamentario socialista pero que es un teléfono de uso privado, es lamentable. Jamás el PSOE ha estado husmeando en las facturas de ningún diputado, y han pasado cosas relativamente trascendentes en los cuatro años de la anterior legislatura".
Esas llamadas destaparon sus contactos con el constructor Francisco Bravo Vázquez, al que pidió que le reservara una habitación de hotel unas horas antes de ausentarse del pleno de la Asamblea. Bravo Vázquez es el empresario que negoció con el PP la alcaldía de Sevilla La Nueva para evitar un Gobierno socialista, y quien se afilió junto a su familia y a sus trabajadores al PP de las localidad madrileña de Villaviciosa de Odón en un momento crucial para decidir quién dirigía ese partido. "Es una casualidad. Yo no sabía nada de eso. Se ha demostrado ya que no hay trama de corrupción. Han presentado hipotéticamente una querella que no tiene ningún fundamento y me parece que han dado un espectáculo absolutamente bochornoso a la sociedad, no de Madrid, sino a la sociedad española en general, de propia incapacidad de resolución de los problemas. ¿Por qué no se sentaron a hablar? ¿Se solucionan tachando a uno de corrupto sin ninguna prueba? No. Eso es un acto presuntamente delictivo por parte de quien lo hace".
El constructor que le ayudó es afiliado del PP y negocia con el PP para quitar al PSOE alcaldías. Tamayo dice que no lo sabía. "Es mi amigo. Pero si lo hace me parece lamentable. Yo no sé si lo hace, porque la relación que yo tengo con Paco Bravo es personal, exclusivamente".
-¿Y no sabía que hacía este tipo de cosas?.
-No, en absoluto.
-Y una vez que lo sabe, ¿va a mantener la amistad?
-Lo primero que voy a hacer es comprobarlo. Estoy pendiente de tener con él una conversación en ese sentido. No me suena bien. Pero no me suena bien en este amigo, ni en ningún otro, desde la filas de los constructores que se puedan decir, entre comillas, de derechas o de izquierdas, porque en la izquierda también tenemos constructores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de junio de 2003