Llevan más de diez años de existencia y vienen del mismo archipiélago que Cesaria Évora, una islas africanas a medio camino entre Portugal y Brasil. Pedazos de tierra deshabitados, que los portugueses descubrieron en el siglo XV y que usaban como almacén de esclavos antes de enviarlos a desangrarse a las plantaciones americanas de caña de azúcar, café o tabaco.
Los músicos de Simentera hicieron un canto rogatorio, a base únicamente de percusiones, con el fin de que llueva en Cabo Verde. Aunque son más bien las delicadas cuerdas de guitarras y cavaquinho las que guían sus pasos. Y también las voces sutiles y corales de Teté, Teresinha y Maria. Sin perder el ritmo. Un formato acústico con el que Simentera va interpretando tan a gusto los diferentes géneros: mornas, coladeiras, funaná... Desde los más africanos hasta los más europeos. Música de raíz, que ellos revitalizan al renovar el repertorio tradicional sin alterar la instrumentación, y que fortalece la identidad musical de un país que no obtuvo su independencia hasta 1975.
Simentera
Mário Lúcio Sousa (voz, guitarra y acordeón), Teté Alhinho, Terezinha Araújo y Maria de Sousa (voces y percusión), Elísio Faria (percusión y voz), Américo Lima (guitarra y coros), Kim Bettencourt (cavaquinho y coros), Lela Violão (guitarra) y Carlos Gomes (saxo y coros). Suristán. Madrid, 18 de junio.
Simentera presentaba su nuevo disco, Tr'adictional, en el que les han acompañado Paulinho da Viola, Manu Dibango, Touré Kunda, María João y Mário Laginha.
Los sonidos de las antiguas colonias portuguesas en África tienen una frescura y un alma que los torna especiales. Con esa mezcla agridulce de tristeza y alegría que llaman sodade. Simentera, cuyo nombre se refiere al tiempo de la siembra, se decantó por los instrumentos acústicos cuando la mayoría en Cabo Verde apostaba por la electricidad y estilos llegados desde Estados Unidos o el Caribe francófono, en busca de una modernidad mal entendida. Es la saludable expresión de una cultura viva y con unas señas de identidad muy fuertes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 20 de junio de 2003