La sección oficial de largometrajes cerró ayer sus proyecciones con el pase de Morvern Callar, de Lynne Ramsay, una sobria muestra de cine social británico sustentada en la imponente interpretación de Samantha Morton dando vida a la protagonista. Basada en la novela homónima de Alan Warner, Morvern Callar camina con paso firme y por una senda luminosa hacia la crónica social de la desesperanza de la clase obrera provinciana en Escocia, hasta que la acción lleva a sus protagonistas a España de vacaciones. Y ahí empieza un arsenal de tópicos de charanga y pandereta sobre nuestro país que acaba por romper la mirada realista de una película que, hasta entonces, había exhibido una gran contundencia.
No parece, sin embargo, que los méritos acumulados por la película de Ramsay le sirvan para figurar hoy en el palmarés de los premios. La Luna de oro, salvo sorpresa mayúscula, irá a parar a la bosnia Remake, de Dino Mustafic, o a la italiana L'imbalsamatore, de Matteo Garrone, las dos mejores películas exhibidas en una edición en que la calidad media de las películas a concurso ha superado el nivel de años anteriores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de junio de 2003