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UN PAÍS DE CINE / DVD | 'Muerte de un ciclista'

Un militante honesto

Resulta difícil discutir la importancia de Bardem y Berlanga en los años cincuenta de una España en la que la autarquía económica, la jerarquía católica más integrista y la omnipotencia de la censura dibujaban un paisaje aterrador. Muerte de un ciclista, el filme de Bardem realizado en 1955 y que el comprador de EL PAÍS de mañana, domingo, podrá adquirir por 1,95 euros, es una demostración de la constancia de su realizador (presentó hasta un total de once finales distintos que fueron rechazados, pese a que todos ellos aceptaban la imposición de que la pareja adúltera protagonista -Lucía Bosé y Alberto Closas- debería pagar por sus pecados) hasta conseguir que el filme fuera exhibido y, después, premiado por la crítica internacional en Cannes.

Nacido en Madrid en 1922, donde falleció ochenta años más tarde, Juan Antonio Bardem, hijo de actores (a los que rindió homenaje en su primer largo, Cómicos, en 1954), tuvo el empeño de aunar su carrera artística con la militancia política -fue miembro del Partido Comunista de España (PCE) desde 1943-. "Teníamos la ilusión de cambiar la sociedad, que no nos gustaba", recordaría. Entre Esa pareja feliz, amarga comedia que dirigió junto a Luis García Berlanga en 1953, y Resultado final, de 1998, su última película, desarrolló su actividad en ambos frentes.

Fue uno de los ponentes de las Conversaciones de Salamanca de 1955, donde definió el cine español como "políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico", quinteta ya histórica, que reivindicaba libertades entonces impensables. Fue coguionista, entre otras, de Bienvenido Mr. Marshall (1953) y productor, con su marca Uninci, de la primera película de Buñuel en España, Viridiana, en 1961.

Sus méritos cinematográficos fueron reconocidos en los festivales de Cannes (Muerte de un ciclista, 1955), Venecia (Calle Mayor, 1956), Berlín (Los inocentes, 1962), Moscú (El puente, 1976; Sie te días de enero, 1978), siendo, además, el primer candidato español al Oscar a la mejor película de habla no inglesa con La venganza, en 1957, que propugnaba la reconciliación nacional defendida por el PCE. Goya de Honor en 2002, también fue condecorado con la medalla de Bellas Artes en 1986.

En la filmografía de Juan Antonio Bardem se combinaron películas de vocación comercial (Varietés, 1971, con Sara Montiel, o La corrupción de Chris Miller, 1972, con Marisol) con otras de vocación social: Sonatas, 1959, inspirada en Valle-Inclán, o A las cinco de la tarde, parábola sobre la lucha de clases original del dramaturgo Alfonso Sastre...

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de junio de 2003