De vez en cuando, viendo las noticias, llegamos a establecer relaciones entre ellas que a cualquiera harían dudar de nuestra cordura. Anoche, por ejemplo, mientras veía en una cadena foránea las revueltas callejeras que están protagonizando estudiantes universitarios en Teherán, recordé la reciente visita del primer ministro iraní a Beirut, y su enfervorecido alegato a favor de la pluralidad política libanesa, pronunciado en un abarrotado estadio de fútbol. Menos públicos y notorios han sido sus apoyos a los líderes chiíes que pululan por su recientemente "liberado" país vecino, pero no menos obvios. Todo esto me lleva a dudar de la espontaneidad de las protestas estudiantiles iraníes; ¡es demasiada coincidencia! A la vista de lo que ha pasado hasta ahora, no se puede predecir hasta dónde llegará este desafío a la estabilidad política del régimen de los ayatolás, puede que se quede en un simple Mayo del 68 iraní, o que la tensión vaya creciendo hasta desencadenar la caída del régimen iraní (algo que ahora mismo parece muy improbable, pero que puede ocurrir). Sinceramente, creo que los americanos han decidido cambiar de proveedor energético, y no van a permitir que nadie compita con ellos por el control de Irak. Y si no es así, discúlpenme la esquizofrenia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 21 de junio de 2003