La insistencia de ciertos grupos por incluir una referencia directa a la herencia cristiana y a Dios en la Constitución Europea se enfrenta directamente con el corazón de la Constitución, con sus valores y principios. Ya que se quiere incluir una referencia más explícita, quizá habría que loar los trabajos de la Inquisición, el genocidio de los españoles musulmanes y judíos, la dictadura franquista (a la que la Iglesia católica apoyó de manera continuada junto a tantas otras dictaduras en el mundo), la oposición a las democracias europeas desde su nacimiento y un largo etcétera. No se puede olvidar que las raíces religiosas históricas europeas también incluyen otras religiones, como la musulmana (de gran influencia en la cultura española y en muchos países del centro y este europeos) y la judía. El verdadero origen de la democracia europea está en aquellas personas y grupos que arriesgaron e incluso perdieron sus vidas intentando cambiar una Europa gobernada por tiranos con la colaboración y participación de las iglesias que ahora pretenden convertirse en abanderadas de la democracia.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de junio de 2003