Las altísimas temperaturas registradas ayer, primer día del verano, convirtieron cualquier movimiento por la calle en una especie de paseo por el infierno. Por eso los escasos paseantes urbanos que no escaparon a las playas o al campo se afanaban en buscar cualquier rincón a la sombra, en un intento de huir del calor. Vano intento en la mayoría de los casos, aunque se intentara combatir con un helado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 22 de junio de 2003