El título se lo dio al Madrid el hombre que llegó bajo sospecha, el jugador abucheado en ciertas noches destempladas, el delantero formidable que coronó ayer un ciclo mágico. Un año después del sorprendente retorno a la cima del fútbol que significó la Copa del Mundo, Ronaldo se ocupó de protagonizar el partido frente al Athletic, no un encuentro cualquiera, sino el que decidía el campeón de la Liga. No fue novedad lo que hizo Ronaldo, autor de dos goles y amenaza insuperable para los tiernos defensas del Athletic. Cuando el Madrid se ha visto en las máximas dificultades, Ronaldo siempre le ha rescatado. En la memoria queda su memorable noche en Old Trafford, el partidazo de Mestalla, su despliegue en el Manzanares. Y éste del Bernabéu, uno que demostró su fascinante capacidad para hacer goles, ganar partidos y proclamar su autoridad en el universo del fútbol. Ronaldo, que llegó al Madrid con la etiqueta de fichaje comercial, salió como héroe de la temporada. El Bernabéu se rindió a la evidencia y coreó el nombre del jugador que una vez criticó con alguna saña.
REAL MADRID 3 - ATHLETIC 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro (Pavón, m.90), Helguera, Roberto Carlos; Makelele, Guti; Figo, Raúl, Zidane (Solari, m. 89); y Ronaldo (Morientes, m. 82).
Athletic: Aranzubia; Prieto, Lacruz, Karanka, Del Horno; Gurpegui, Alkiza; Etxeberria (Arriaga, m. 69), Yeste (Óscar Vales, m. 75), Ezquerro (Tiko, m. 69); y Urzaiz.
Goles: 1-0. M. 9. Roberto Carlos llega a la línea de fondo, centra raso y Ronaldo empuja.
1-1. M. 36. Alkiza avanza solo y lanza un zurdazo que se cuela por la escuadra.
2-1. M. 45. Roberto Carlos, de falta directa.
3-1. M. 62. Pase al hueco de Zidane sobre Ronaldo, que marca de tiro cruzado.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Hierro, Salgado, Roberto Carlos y Gurpegui.
Unos 76.300 espectadores en el Bernabéu.
Antes de que el Madrid manifestara la distancia que le separa del Athletic, el partido se dividió entre los detalles del campeón y el laborioso fútbol de su adversario. Las pequeñas cosas produjeron la ventaja del Madrid en el primer tiempo. Su imponente calidad se impuso en el segundo. Es viejo que el Madrid se las pinta para los detalles de calidad. En el peor de sus días puede ganar a cualquiera con los infinitos recursos de sus figuras. Cuando necesitó los goles, los encontró por medio de una obra de arte coronada por Ronaldo y de un tiro libre de Roberto Carlos. Por sorprendente que parezca, el Madrid atravesó el primer tiempo con dudas y poca agresividad. Le esperaba el título, pero el equipo tardó en responder al desafío. Durante un buen rato el Madrid jugó mal y el Athletic no suficientemente bien. Le faltó trasladar al área su imprevista superioridad en el medio campo. A través del excelente Alkiza manejó el juego con cierta finura, a la que siempre contribuye Yeste, jugador intermitente, de gran clase, el típico que pone a prueba el sistema nervioso de los entrenador. Fue raro ver al Athletic manejar la pelota con soltura. Menos extrañas resultaron sus concesiones defensivas. Siempre parece un equipo al borde del desastre, afectado por la mediocridad de sus defensas, que fallaron en el primer tanto del Madrid. Ninguno logró oponerse a la espléndida y sencilla jugada de Figo, Roberto Carlos y Ronaldo.
La respuesta del Athletic se terminó pronto. Marcó Alkiza un extraño gol y pareció que había más partido de lo que finalmente se vio. Casillas quedó inédito, y eso quiso decir algo de la falta de poderío en el ataque del Athletic. Etxeberria pasó inadvertido y de Urzaiz no se recordó un remate. Hubo mucho de ficticio en su juego, al que faltó calado. En la segunda parte no tuvo ni calado ni nada. El Athletic se disolvió frente a un autoritario Madrid, más agresivo en su juego de ataque y menos condescendiente en el capítulo defensivo. Zidane desplegó por momentos sus mejores artes y no encontró la respuesta de los centrocampistas del Athletic. Alkiza no logró continuar en el segundo tiempo su honorable actuación; Yeste cayó en una melancolía infinita; Etxeberria permaneció exiliado; la defensa comenzó a temblar.
Dos arrancadas de Zidane pusieron la base de la sencilla victoria del Madrid. El resto quedó a cargo de Ronaldo, que anotó el tercer gol con un tiro cruzado, uno de los muchos que le han dado fama. En los duelos con el portero se aprecia su sabiduría de delantero. Escoge los rincones, no se altera, emite el mensaje del goleador. El tanto cerró el partido como tal. El resto fue fiesta madridista. Del Bosque, cuya atención a los detalles del protocolo no se discute, se tomó la libertad de sustituir a Ronaldo. La gente se levantó entusiasmada y le ovacionó con agradecimiento. Así de cambiante es el fútbol. Ronaldo abandonó el campo con la sonrisa que le caracteriza, la de un futbolista relajado en los buenos y en los malos tiempos. Y éstos han sido sensacionales para Ronaldo. Regresó para ganar el Mundial. Fichó por el Madrid y ha desmontado cualquier sospecha sobre su rodilla, su rendimiento y su contribución al equipo. En el Madrid ha ganado su primera Liga, con todo el derecho a proclamarse primer protagonista del éxito. Se lo reconoció el público de forma estruendosa y ya no hubo otra cosa que festejar el triunfo del campeón.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de junio de 2003