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Crítica:CANCIÓN

Historia inconclusa

Gema Corredera es la mitad de Gema y Pável, la cantante cubana que aterrizó en Madrid en los noventa, con una estética musical novedosa, y canciones de estructura intrincada, junto a su entonces inseparable Pável Urkiza.

Ahora se presenta en un formato distinto al trovadoresco. Acompañada por un impecable trío de jazz, en vez de ofrecer standards típicos, le da prioridad al cancionero latinoamericano. Sin recurrir a lo más obvio: si recordó que Luis Miguel había grabado un bolero (Contigo en la distancia) de uno de sus autores favoritos, César Portillo de la Luz, fue sólo para decir que la canción elegida por ella era otra (Realidad y fantasía). Aunque no todas las obras escogidas le sientan igual de bien a la voz de Gema: su Desafinado, de Jobim, resultó muy inferior al Sarandonga, de Hierrezuelo y Repilado.

Gema Corredera cuarteto

Gema Corredera (voz), Joshua Edelman (piano), Jesse Heredia (contrabajo) y Moisés Porro (percusión). Calle 54. Madrid, 21 de junio.

La filiación se revela en Deja que siga sola, uno de esos boleros atípicos de Marta Valdés, la compositora que ha enamorado a Martirio y a Chano Domínguez, y que amparó los comienzos musicales de Gema Corredera. Desde su llegada a España, Gema y Pável mostraron una trova, más que nueva novísima, que debía a Pablo Milanés y Silvio Rodríguez casi tanto como a los Beatles, Fito Páez o Caetano Veloso. La influencia de la música de Brasil en los jóvenes cubanos es irrefutable: interpretó Madalena, de Ivan Lins, en versión original y con efectos de trombón cual Bobby McFerrin, y de Chico Buarque -olvidó mencionar a Vinicius de Morães- una Valsinha menos inspirada. Le pidieron Parar de fumar, solicitud que dribló con una broma, y le dedicó una canción a Camila, la hija a la que tanto le costó sacar de la isla.

Es una de las mejores voces femeninas de Cuba. Si en lugar de instalarse en Madrid lo hubiera hecho en Londres -allí no paran de hablar de otra cubana, Yusa, con un disco producido precisamente por Pável- la historia podría haber sido distinta. Aún no es tarde para reconocer lo mucho que vale.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 23 de junio de 2003