Hay cosas que me encienden la sangre: soy agnóstico, no creo que ninguna religión sea de origen divino; sólo los ignorantes, o quienes quieren creerlo o aceptarlo así, por razones diversas, pueden creer o hacer creer que, si hay Dios, éste es a su imagen y semejanza: ¿Han estudiado o leído alguna vez cómo es el Universo? ¿Cuál es la teoría más aceptada de su origen y evolución? ¿Esto mismo con respecto al hombre?
Siempre he sido y soy muy respetuoso con los que sienten la religión y con las religiones, y quiero seguir así; pero esto último me lo están poniendo difícil: cuando en una nación cuyo Estado tienen una constitución aconfesional, como es el español, la señora ministra de Educación y Cultura, Pilar del Castillo, con el beneplácito o con algo más de apoyo por parte del presidente José María Aznar, eleva la enseñanza de la Religión Católica al rango de asignatura académica con las mismas pretensiones de "asignatura científica". Los alumnos deberán estudiar estas materias durante 11 años, aunque no lo deseen, si es que aspiran a seguir estudiando.
La razón me obliga a comprender, aunque no lo comparta, porque en épocas históricas muy recientes han sido odiados, perseguidos y muertos muchos religiosos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de junio de 2003