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Viajes para el debate

Presentada como la primera "clínica abortista flotante", la idea de ofrecer información sobre métodos anticonceptivos, y facilitar la píldora abortiva abortiva RU-486 en alta mar, se le ocurrió a la médica holandesa Rebecca Gomperts cuando colaboraba con Greenpeace. Con la clínica lista para ser instalada en un barco adecuado (es una unidad portátil metida en una especie de contenedor), el siguiente paso fue pedir permiso, en el año 2001, al Ministerio de Sanidad para efectuar abortos durante los tres primeros meses de embarazo. El hecho de que el Gobierno holandés denegara la licencia para operar a bordo descalabró el primer viaje del grupo Mujeres sobre las olas con destino a Irlanda. Gomperts dijo entonces que se trataba de un problema burocrático. Un tecnicismo aprovechado para hacer campaña política en contra de la organización. De todos modos, cuando en julio de 2002 la entonces titular holandesa de Sanidad, Els Borst, autorizó las actividades de Mujeres sobre las olas, se les permitió administrar la píldora abortiva, pero no así efectuar abortos quirúrgicos.

Recibida en Dublín hace dos años con gritos de apoyo y también un sonoro rechazo, el grupo feminista recordó entonces que más de 6.000 mujeres irlandesas viajan todos los años al Reino Unido para abortar. En su país sólo pueden hacerlo cuando el embarazo amenaza la vida de la madre. También citaron datos de la Organización Mundial de la Salud, que calcula en 100.000 la cifra anual de mujeres que mueren el mundo por culpa de los abortos ilegales.

En Polonia, que junto con Irlanda tiene las leyes de aborto más restrictivas de Europa, la reacción ha sido parecida a la del primer viaje. Las peticiones de ayuda son numerosas. La repulsa, encabezada en ambos países por los grupos provida, es contundente.

Una vez concluido el presente viaje a Polonia, entre los planes de Mujeres sobre las olas figura visitar en el futuro Malta. Fuera de Europa no descartan otros países en Africa o Suramérica. En contra de lo afirmado por sus críticos, la organización feminista sostiene que sus viajes suponen una contribución al debate sobre la libre elección de las mujeres. Y sobre todo esperan ayudar allí donde abordar siquiera la anticoncepción puede meter en aprietos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 24 de junio de 2003