Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra
Crónica:TENIS | TORNEO DE WIMBLEDON

Ferrero tarda 81 minutos en pasar a segunda ronda

Los dos finalistas de Roland Garros, el fornido y gigantón holandés Martin Verkerk y el mosquito valenciano Juan Carlos Ferrero, debutaron ayer en la hierba de Wimbledon haciendo trizas la teoría de que a Verkerk -saque veloz, volea, golpes bruscos- le iría mejor incluso la superficie rápida y dura que la arena de París. Mientras Ferrero, el rey de la tierra batida, tardó un suspiro, 81 minutos (y sólo seis juegos en contra: 6-2, 6-1, 6-3), en eliminar al francés Jean-René Lisnard, Verkerk, la potencia, sufrió una derrota rápida (6-3, 6-4, 6-7, 6-1) ante el 152º del mundo, el sueco Robin Soderling.

MÁS INFORMACIÓN

Así, el inventor del efecto Verkerk -la fama fulgurante y el ascenso de un desconocido en el territorio de los grand slams- dejó el escenario libre a quien se perfila como su heredero, el gigante croata Ivo Karlovic, el deportista acromegálico de 2,08 metros que eliminó al ganador de Wimbledon 2002, Lleyton Hewit, en la primera jornada.

Quienes apenas sufrieron un pequeño trago de agobio fueron los dos grandes favoritos, el local Tim Henman, que lleva 10 wimbledons intentando convertirse en el primer inglés que gana el torneo de la catedral londinense en 67 años, y el estadounidense Andre Agassi, que intenta ganar su segundo Wimbledon 11 años después del primero. Ambos cedieron un set ante sus modestos rivales de primera ronda. El checo Tomas Zib, 154º del mundo, que nunca había ganado un partido en un torneo de grand slam, le hizo sudar al inglés, que acabó derrotándolo por 6-2, 7-6, 3-6, 6-1, de la misma manera que Agassi padeció momentáneamente ante el inglés Jamie Delgado (6-4, 6-0, 5-7, 6-4).

Todas las historias masculinas, sin embargo, ocuparon un segundo plano popular ante la aparición en escena de las reinas de los tabloides, los populares periódicos londinenses que marcan la fama y las apetencias del público de Wimbledon. Las estrellas fueron Serena Williams, la poderosa norteamericana que reaparecía en una pista después de las lágrimas con que asumió su derrota en la final de Roland Garros ante la belga Justine Henin, y la rusa Maria Sharapova, la reina del gruñido -los tabloides colocaron medidores de decibelios en la pista para definir sus gritos-, dispuesta a heredar el trono de sex symbol que está abandonando poco a poco Anna Kurnikova.

Ni una ni otra, ni la norteamericana que defiende título, ni la rusa de 18 años, pasaron apuros para superar a sus rivales de turno, las norteamericana Jill Craybas (6-3, 6-3) y Ashley Harkleroad (6-2, 6-1), respectivamente.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 25 de junio de 2003