Mientras escuchaba cómo contaba un vecino de Lanjarón lo bien que se lo pasan el día de San Juan echándose unos a otros hasta cuatro millones de litros de agua, vinieron a mi mente esas imágenes de televisión que muestran a familias africanas recorriendo cientos de kilómetros para conseguir un poco de líquido opaco e insalubre.
Ya va siendo hora de que los señoritos de Occidente acabemos con derroches como ése (y como la "tomatina" de Buñol).
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de junio de 2003