¿Qué necesidad hay, o mejor, qué necesidad tiene el PP de defender la enseñanza de la religión como lo acaba de hacer la señora ministra de Educación? No comprendo por qué un partido que se pretende moderno asume la vieja manera de hacer las cosas, en la que la religión era más un asunto de Estado que de las conciencias, como vino a ocurrir con la modernidad.
Ahora que el Estado y la sociedad, laicos, habían apagado las furias anticlericales, ahora, señora ministra, viene usted a despertar viejos demonios. Yo a esto le llamo provocar. Sigan, sigan ustedes encendiendo hogueras y luego, sin ningún sonrojo, acusen de radicales a los otros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 26 de junio de 2003