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FÚTBOL | Tragedia en el estadio

Una larga historia de muertes súbitas

Aunque la muerte súbita de un atleta es un fenómeno extraordinariamente raro, el futbolista camerunés Marc-Vivien Foé no es el primero de alto nivel que fallece súbitamente durante un partido o una competición. Curiosamente, la muerte súbita se da sobre todo en los deportistas masculinos: los estudios hablan de que el número de casos es cinco veces superior en los hombres respecto a las mujeres. Cualquier enfermedad cardiovascular congénita, preferentemente la cardiomiopatía hipertrófica, suele ser la causa de ella.

El 10 de julio de 1964, Miguel Martínez, jugador del Atlético, se desvaneció en Montevideo jugando contra el Peñarol y permaneció en coma profundo hasta su fallecimiento, en 1972. En enero de 1973, Pedro Berruezo, del Sevilla, falleció durante un partido contra el Pontevedra en el estadio de Pasarón. El jugador, de 33 años, se desplomó sobre la hierba en el minuto 51. Esa misma temporada, Michael Klein, un rumano del Bayer Uerdingen, también de 33 años, falleció súbitamente en un entrenamiento.

En agosto de 1987, Javier Sagarzazu, del Deportivo, muere durante un entrenamiento por una hemorragia cerebral. El 4 de febrero de 1995, Calmito Augusto, futbolista brasileño del Boom, de la Segunda División belga, muere a los 23 años de una parada cardiaca tras chocar contra otro jugador durante un partido. En 1995, el baloncestista asturiano Pablo Coto, de 21 años, muere durante un partido en Arlington (Virginia, Estados Unidos). En julio de 1997, el pívot Ángel Almeida, de 24 años, un deportista con antecedentes de arritmia cardiaca, fallece durante un entrenamiento con el Telecom de Lisboa.

En marzo de 2001 fallece el maratoniano vasco Diego García, de 39 años, que se desvaneció durante un entrenamiento. Paulo Pinto, jugador de baloncesto de 27 años, muere en marzo de 2002 durante un tiempo muerto de un partido contra el Benfica. La autopsia determinó que un aneurisma fue la causa. Pedro Alberto, jugador vizcaíno de 33 años, del Novelda, de la Segunda B, fallece en julio de 2002 tras una sesión de carrera continua en un entrenamiento.

En noviembre de 2002, el jugador de baloncesto malagueño Ernesto de la Torre, de 21 años, cae muerto en el parqué de la cancha de Logroño durante un partido con el Caja Rioja, de la Liga EBA. Y dos meses después, en enero de 2003, Samuel Gil, otro jugador de baloncesto de 22 años, muere de paro cardiaco cuando se entrenaba con su equipo universitario en Springfield (Massachussets, Estados Unidos). En noviembre de 2002, el futbolista juvenil Sergio Sánchez, de 18 años, del equipo asturiano El Berrón, de Preferente, fallece en un entrenamiento.

Dos ciclistas han muerto súbitamente, pero mientras se encontraban en reposo, en 2003. En enero fue el italiano Denis Zanette, de 31 años, que falleció tras una visita al dentista para someterse a una limpieza dental. Y en el presente mes de junio el francés Fabrice Salanson, de 23 años, muere en la cama la víspera de la primera etapa de la Vuelta a Alemania.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2003