Tony Blair y Vladímir Putin enterraron ayer públicamente sus diferencias sobre Irak, al tiempo que realzaron con su presencia la firma de diversos acuerdos comerciales en materia energética que sitúan al Reino Unido como el primer inversor extranjero en Rusia. En el tercer día de su visita de Estado, el presidente ruso asistió junto al primer ministro británico a unas jornadas sobre energía antes de almorzar juntos en Downing Street.
En una rueda de prensa conjunta, Tony Blair proclamó que las diferencias que han enfrentado a ambos países a propósito de Irak "pertenecen ya a la historia". "Cualesquiera que fueran nuestras diferencias, ahora estamos trabajando juntos en la escena internacional para afrontar los asuntos que tenemos frente a nosotros", dijo Blair. Putin corroboró "todas y cada una de las palabras" del primer ministro para certificar que el conflicto iraquí ya no está en la agenda de los problemas entre los dos países.
Ambos mandatarios discutieron acerca de "Irak, Irán, India y Pakistán, el crecimiento de los extremismos y en especial el extremismo religioso, y Chechenia", explicó Blair. Putin se declaró de acuerdo con él en que Irán debe cooperar con la Agencia Internacional de la Energía para aclarar las acusaciones de que intenta desarrollar armas nucleares con material civil ruso.
El comercio, o mejor dicho, la interrelación económica entre ambos países, ha ocupado un papel de primera fila en los tres días y pico de visita oficial del presidente ruso. Putin y Blair proclamaron esos intereses mutuos asistiendo a la firma del acuerdo por el que la británica BP adquiere la mitad de la petrolera rusa TNK por 4.170 millones de libras (6.070 millones de euros). Esa operación y la entrada de la angloholandesa Shell en el mercado ruso, con una inversión de 10.000 millones de dólares (8.750 millones de euros), convierten por primera vez al Reino Unido en el primer inversor extranjero en Rusia, por delante de Alemania.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2003