Las protestas que han florecido en las últimas semanas en el campus universitario de Teherán son la expresión del desencanto con los reformadores y de la frustración con los conservadores. Muchos iraníes vocean ahora abiertamente su descontento no sólo con los conservadores, sino también con los reformistas, en contraste con la situación de hace cuatro años, cuando el presidente Mohamed Jatamí y sus seguidores, que habían llegado al poder después de las elecciones presidenciales de 1997, fueron aclamados como una fuerza reformista eficaz.
Por esta razón, y en un momento en el que hay fuertes presiones para estrechar el círculo estadounidense sobre el régimen de Teherán, alegando supuestas conexiones del régimen con la red terrorista de Al Qaeda y el presunto desarrollo de un programa militar nuclear, la corriente principal de los reformistas e incluso de los conservadores acusa a elementos extranjeros, y particularmente a EE UU, de secuestrar las "legítimas" aspiraciones de los estudiantes para sus propios propósitos.
La incitación desde varias estaciones televisivas, que emiten en farsi (lengua oficial iraní) pero tienen su base en Los Ángeles (California) y son vistas en Irán vía satélite, sumada al apoyo que tanto el presidente estadounidense George Bush como su equipo prestan a las protestas estudiantiles, como legítimas expresiones populares de la esperanza de liberarse, han propiciado que tanto los conservadores como la línea principal reformista contemplen las protestas como el resultado de algún tipo de manipulación extranjera como la que, de hecho, acabó hace 50 años con el Gobierno, elegido democráticamente, de Mohamed Mosadeq.
En este sentido, fuentes policiales iraníes subrayaron que muchos de los detenidos no eran estudiantes, con los que el régimen no tiene ningún problema según su propio manifiesto, sino que se trataba de "vagabundos" y "gamberros" que amenazaban el orden público y minaban la estabilidad del régimen llevados de la mano por "elementos extranjeros".
No obstante, esta visión está siendo internamente criticada desde la prensa más reformista, que tiende a reflejar la realidad y las razones de las protestas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2003