El inefable señor Romero de Tejada, flamante secretario general del Partido Popular de Madrid e igualmente flamante ex alcalde de Majadahonda, cabalga de nuevo. Probablemente no dejó de cabalgar nunca en el interregno.
Su nombre salta otra vez a la palestra en relación con el turbio asunto de los electos y desertores diputados Tamayo y Sáez y su presunta vinculación a los empresarios inmobiliarios señores Bravo Vázquez y Vázquez Igual.
Todo esto me trae a la mente el controvertido paso del señor Romero de Tejada por el Consistorio de Majadahonda: grandilocuente, efectista y megalómano. Entre sus objetivos en fase de intenciones / realizaciones: vía rápida subterránea cruzando por el centro del pueblo, polideportivo municipal utilizado para prácticas privadas, zonas de monte recalificadas como suelo urbanizable, y la guinda del pastel en forma de hospital emblemático: traslado de la clínica Puerta de Hierro de Madrid a Majadahonda. Para ello, no regateó en medios. Utilizó desde la omnipresencia en los medios, sobre todo en la prensa local donde arrasaba, hasta exclusivas invitaciones a cenar a escogidos miembros del centro hospitalario para intentar venderles su proyecto.
Desde demagógicos anuncios a los majariegos sobre supuestas mejoras en su atención sanitaria, "les traigo el hospital a la puerta de su casa", hasta promesas de buenas, bonitas y baratas viviendas para el personal del hospital, quien se beneficiaría de un trato de favor. Eso sí: unifamiliares, pareados o adosados para los médicos, pisos para otros estamentos. Faltaría más, todavía hay clases para el PP.
A lo que parece, la inclinación del señor Romero de Tejada por el manejo en el sector inmobiliario viene de antiguo, no tiene secretos para él y no se le pone nada por delante a la hora de llevar el agua a su molino.
Valga el símil para hacer votos para que se consiga neutralizar esta vez una operación sucia en la que, en aras de intereses particulares espurios, se está jugando con las reglas del juego democrático.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de junio de 2003