Camerún y Francia afrontan hoy (21.00, Eurosport) la final de la Copa Confederaciones, el duelo más emotivo. El torneo habría pasado inadvertido, devaluado, por lo forzado de las fechas, al término de la temporada, y la ausencia de muchas figuras. Pero al cabo no será así por los protagonistas en sí y, sobre todo, porque está marcado por la tragedia de la muerte del centrocampista camerunés Marc-Vivien Foé, de 28 años de edad, en plena semifinal contra Colombia, cuadro que ayer perdió el tercer puesto (1-2) ante Turquía.
La cita de hoy, con los jugadores de ambos conjuntos intercalados, un minuto de silencio al principio y sin festejos a su conclusión, será un homenaje a Foé, que esta temporada había actuado en el Manchester City cedido por el Olympique de Lyón, la ciudad donde perdió la vida, cuando todavía no se ha cortado la catarata de incógnitas y quejas.
La primera autopsia no ha aclarado los motivos del fallecimiento súbito de Foé y se necesitan más estudios. Su esposa alega que no debió intervenir en el encuentro fatídico tras haber sufrido una gastroenteritis. Winfried Schaefer, el entrenador alemán de Camerún, dijo ayer que le quiso sustituir minutos antes de que cayera fulminado al notarle cansado, pero que no consintió en ser relevado.
Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, que decidió que "el fútbol debe continuar" y contó con la ayuda de la propia selección africana, que quiere brindar el triunfo a su miembro desaparecido y que mostrará su nombre en todas sus camisetas, trata de minimizar el caso: "Tenemos que esperar la investigación. No quiero entrar en polémicas. En el mundo hay muchos millones de personas que hacen deporte. Esto puede suceder. La muerte es algo que ocurre en el fútbol y fuera de él".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 29 de junio de 2003