Hamás, Yihad Islámica y Al Fatah anunciaron ayer oficialmente una tregua de tres meses en su lucha contra los israelíes. El anuncio se hizo de manera sincopada, deslavazada, ya que disensiones entre las diferentes facciones impidieron un comunicado conjunto. La respuesta de los israelíes fue tajante, al asegurar que no se consideran afectados por estas decisiones, a pesar de lo cual anoche retiraron sus tropas del norte de Gaza y comenzaron a devolver el control de la zona a las fuerzas de seguridad palestinas. El repliegue proseguirá por toda Cisjordania, empezando por Belén.
El anuncio de tregua de las tres principales fuerzas políticas palestinas, esconde el fracaso de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que hubiera querido firmar un comunicado conjunto y solemne. Hamás y Yihad Islámica aceptaron un alto el fuego por tres meses; Al Fatah, por seis.
El jefe del Gobierno palestino, Abu Mazen, el presidente Yasir Arafat, los mediadores egipcios, y responsables de los partidos y organizaciones habían previsto que la tregua se anunciase al mismo tiempo, 11 de la mañana, en tres escenarios diferentes: El Cairo, Gaza y Ramala. Pero cuando todo estaba preparado para el gran acontecimiento, rebrotaron con fuerza las disensiones internas en el seno de Al Fatah, lo que obligó a los gobernantes palestinos a aplazar el acto y echó al traste una gran operación de imagen, con la que se trataba de consolidar sobre todo la figura de Abu Mazen como primer ministro .
Portavoces de la APN aseguraron desde Ramala que las disensiones no eran de fondo, sino que se trataba de detalles sin importancia, relativos a los términos o la fraseología que se debía utilizar en el comunicado conjunto, por el que se anunciaba oficialmente el cese de hostilidades. Un portavoz de la ANP trató de minimizar la situación y dijo que lo importante no era la ceremonia, si no el hecho de que todas las facciones estaban de acuerdo en establecer un alto el fuego. Añadió, lo que a aquella hora era evidente, que cada una de las organizaciones lo anunciaría por su cuenta, de acuerdo con su palabrería.
El incidente pone en evidencia, el caos, confusión y dificultades de un proceso de negociación que se ha llevado a término, en cuatro escenarios diferentes -Gaza, Ramala, El Cairo y Damasco-, además de las distintas concepciones y proyectos políticos, pero sobre todo demuestra la fragilidad de la cúpula palestina, especialmente débil desde que se hiciera cargo Abu Mazen y se intentara marginar el liderazgo de Arafat. La conclusión es tajante: la unidad palestina no existe, ni siquiera sobre el papel.
Los primeros en declarar la tregua oficialmente fueron los dos grupos fundamentalistas, Yihad Islámica y Hamas. Lo hicieron, inesperadamente, a media tarde a través de un documento conjunto, en un desafío evidente a la APN y especialmente a Abu Mazen, quien durante estas últimas semanas ha querido arrogarse la paternidad y el control de la tregua. Horas más tarde Al Fatah, tras superar un enfrentamiento interno, anunció su cese de hostilidades con los israelíes.
El documento fundamentalista establece un alto el fuego a partir de ayer domingo 29 de junio, pero el mantenimiento del cese de hostilidades queda condicionado a una serie de concesiones draconianas, agrupadas en dos apartados. En el primero se pide a Israel el cese de inmediato en sus agresiones, lo que incluye los asesinatos selectivos, los bloqueos de las ciudades, las destrucciones de casas, granjas y cultivos, el fin de las detenciones y deportaciones y el levantamiento del arresto en que se encuentra desde hace más de un año Arafat. En segundo lugar se reclama la liberación incondicional de todos los prisioneros palestinos, incluidos los condenados a penas prolongadas. También lanza una seria advertencia a los israelíes al asegurar que "en el caso de que el enemigo no se comprometa con estas condiciones y términos o los viole", el acuerdo quedará sin efecto.
Este anuncio de la tregua obligó al partido gubernamental Al Fatah a efectuar un sprint con las diferentes facciones para llegar a un acuerdo al respecto. Diversos grupos de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo militar de Al Fatah, se habían negado a dar por bueno el documento de alto el fuego elaborado, desde la celda de una prisión israelí, por su máximo dirigente Marwan Barguti. Los resquemores afloraron con toda brutalidad en el seno del partido gubernamental, entre la vieja y la nueva guardia. Al caer la noche, hubo finalmente acuerdo.
Portavoces del Gobierno de Israel reaccionaron con dureza a la declaracion de tregua, insistieron en el "desmantelamiento y erradicación de las infraestructuras terroristas" y consideraron que la "tregua es una bomba de relojería, que será utilizada por las facciones para reestructurarse y fortalecerse". Pese a ello, el Ejército se retiró anoche del Norte de Gaza.
Rice pide que se destruya el muro
La consejera de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, pidió ayer al Gobierno de Ariel Sharon la destrucción de la muralla que se está construyendo entre Israel y los territorios palestinos, ya que, en opinión de EE UU, la obra diseña de antemano y de manera unilateral la futura frontera entre los dos pueblos.
La emisaria norteamericana efectuó esta sugerencia en el transcurso de una reunión con el primer ministro, Ariel Sharon, y con diversos ministros, miembros del Gabinete de Seguridad de Israel. Rice, que había llegado en la noche del sábado, efectúa un viaje relámpago a la zona para impulsar la puesta en marcha de la Hoja de Ruta. Sharon respondió de manera tajante a los comentarios de Rice, asegurando que se trataba de una obra de especial importancia, incluso vital, para Israel, ya que así se evitan las incursiones de los comandos suicidas. Los israelíes recalcaron que se trataba de un tema no negociable.
Los israelíes proyectan construir una muralla de separación de 350 kilómetros, invadiendo territorio palestino y anexionándose de hecho el 3% de Cisjordania. Los primeros 145 kilometros estarán acabados en julio.
En un intento de conciliarse con la Casa Blanca, Sharon comunicó a la emisaria que estaba sopesando la posibilidad de levantar algunas de las restricciones de movimiento de los palestinos, así como la liberación de presos y la reconstrucción del aeropuerto internacional de Rafah.
El sábado por la noche Rice había mantenido en Jericó una entrevista con diversos responsables del Gobierno palestino, entre ellos su primer ministro, Abu Mazen, al que transmitió un mensaje de Bush que incluye una invitación a acudir a la Casa Blanca, la primera que ofrece el actual presidente a la cúpula palestina. Bush ha mantenido durante este tiempo seis entrevistas con Sharon.
La respuesta de Mazen fue contradictoria y difusa: agradeció el gesto, pero añadió de manera diplomática que la situación en los territorios le impedía aceptar el ofrecimiento. Con esta evasiva, Abu Mazen trataba de demostrar su repulsa por la actitud de rechazo que el actual mandatario de la Casa Blanca mantiene frente a Yasir Arafat, al que nunca ha saludado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 30 de junio de 2003