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OPINIÓN DEL LECTOR

Taxis y Stones

Fui con unos amigos extranjeros al concierto de los Stones en el estadio olímpico el domingo pasado y al salir quisimos tomar un taxi. Cuál no sería mi sorpresa al observar que al que nos acercamos nos preguntó adónde íbamos y nos propuso un precio, desmesurado, para el trayecto. Le dije que no estaba de acuerdo y que le pagaríamos lo que marcara el taxímetro y nada más. Y entonces se marchó a por, supongo, víctimas más fáciles. Deploro que mi ciudad, tan volcada al turismo, ofrezca esta fea impresión tercermundista a los visitantes.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 2003