Campeón en el Open de Australia, San José, Miami y Houston, las cosas se le han complicado a Andre Agassi en la parte central de la temporada. El estadounidense perdió en la primera ronda del torneo de Roma, en los cuartos de final de Roland Garros, en las semifinales de Queen's... Y ayer fue eliminado en los octavos de final de Wimbledon, la cita en la que había centrado una parte importante de sus ilusiones. Agotó hasta la quinta manga, pero acabó perdiendo sin apenas tener opciones. Su verdugo fue el australiano Mark Philippoussis, un hombre torturado por las lesiones que parece haber recuperado el gusto por el tenis. Le venció por 6-3, 2-6, 6-7 (4-7), 6-3 y 6-4 en tres horas y 12 minutos.
La derrota convierte al estadounidense en vulnerable incluso en la clasificación mundial, aunque, a estas alturas, este aspecto es el que menos parece preocuparle. A sus 33 años, Agassi está de vuelta de todo esto. Sólo le interesan los torneos del Grand Slam.
Por eso su derrota fue aún más dolorosa, puesto que se produce en una competición que había ganado en 1992 y en la que fue finalista en 1999. Tal vez fuera su última oportunidad e intentó ir por ella. Sin embargo, se encontró frente a un sacador de gran calibre, que ganó 79 puntos con su servicio, 46 de ellos directos. En los cinco sets, Agassi sólo logró romper el saque de su adversario dos veces y lo perdió tres. Fue una diferencia mínima, pero suficiente, porque el último break le llegó al de Las Vegas en el séptimo juego de la magan final (3-4) y Philippoussis no le dio más opciones.
El australiano se las verá en la siguiente fase con el alemán Alexander Popp, de 26 años, 198º jugador mundial, que había llegado a los cuartos de final en su primera participación, en 2000, pero que llevaba dos años sin jugar en Wimbledon.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 2003