Pese a que el pasado 28 de mayo dejó de ejercer oficialmente como presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil ha vuelto a repartir palos con su vehemencia acostumbrada. La principal víctima de sus diatribas, que no la única, fue Luis Aragonés. Ya el domingo, en el diario As, había señalado que si el técnico seguía al frente del equipo éste acabaría convirtiéndose en un manicomio. Pero anoche fue más lejos. En declaraciones a la cadena COPE, el que todavía es el máximo accionista del club dijo, entre otras lindezas, que el técnico "se está comportando como un miserable", y amenazó con desvelar aspectos de su vida privada.
Mientras Gil la emprendía contra quien, de momento, sigue siendo el entranador del equipo, Luis, en la cadena SER, no se quedaba corto y le respondía con dureza: "Lo único cierto es que el club es un manicomio desde que él llegó", declaró.
El entrenador echó la vista atrás y recordó la llegada de Gil al Manzanares en 1987: "Había dos candidaturas y a él le apoyaron, entre otros, el doctor Ibáñez y Rubén Cano. Se trajo a Futre como reclamo justo cuando el equipo, al que yo dirigía, jugaba la final de la Copa contra la Real Sociedad. Perdimos por penaltis. Y en cuanto volvimos a Madrid comenzó a mandar a su manera. Creo recordar que hubo ocho o nueve despidos improcedentes de jugadores. Pero Gil tiene poca memoria. Muy poca".
Luis desveló que había tenido que convencer a algunos futbolistas para que jugaran, "pues amenazaban con no hacerlo si no cobraban". Respecto a su futuro, dijo que él no había cambiado de opinión. "Me pagan y me marcho; no lo hacen y me quedo. Es así de sencillo", sentenció.
Mientras Luis decía esto, Gil sacaba toda su artillería verbal. Y también echó la vista atrás: "La primera vez que estuvo Luis aquí se fue porque quería ganar una peseta más que Futre; la segunda, porque estaba de baja. Y ahora dice que se va, luego que se queda... Quiere cobrar sin trabajar y nadie cobra si no trabaja".
Aseguró Gil que ya se estaba cansando de lo que llamó "contradicciones" del técnico, a quien juzgó de la siguiente manera: "Se esta comportando con sus declaraciones como un miserable. Se está llevando hasta la última peseta de los sitios donde está y luego dice que tiene amor al club. Ha llegado a asegurar que teníamos un precontrato con otro entrenador y que, si al final éste no venía, perderíamos 50 millones. Eso es mentira". Según desveló Gil posteriormente, ese técnico con el que supuestamente existía un precontrato es Gregorio Manzano.
Tras asegurar que los jugadores le habían dicho en privado que Luis "ya no era el que habían conocido", el ex presidente dudó de la profesionalidad del técnico. "Cada uno puede hacer con su dinero lo que le dé la gana, pero si eres el líder del equipo debes de dar ejemplo y no puedes perder los nervios por motivos ajenos a la profesión". Dicho esto, Gil dejó caer la penúltima carga de profundidad: "Si cuento lo que sé de Luis, no entrenaría ni al Atlético de Madrid ni a ningún otro equipo".
El último comentario del ex presidente versó sobre el futuro del técnico, que tiene un año más de contrato con el club rojiblanco. "Yo le pagaré lo que le debo este año, pero no la próxima temporada", dijo antes de hacer un significativo matiz dado que él ya no es el presidente: "Pero la última palabra la tiene Enrique Cerezo. No sé qué va a pasar de aquí al 24 de julio [fecha de presentación del equipo] y ya lo aclararemos todo si es preciso en Magistratura", concluyó.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 2003