El pasado 25 de junio mi padre fue ingresado en Urgencias del hospital 12 de Octubre, en medicina interna. Le subieron a la quinta planta y, por desgracia, falleció el día 27 a las 11.45. Mi familia y yo tenemos la necesidad y la obligación moral de agradecer públicamente el trato recibido por mi padre, y por toda nuestra familia, en unas horas tan difíciles y complicadas. En todo momento, desde celadores, auxiliares de clínica, enfermeros y médicos, mostraron una profesionalidad y una calidad en el trato humano que nos ayudaron de forma inestimable a pasar un trance duro e indeseado.
No tengo los nombres de los doctores y personal que le atendió; por tanto, a todo el personal de urgencias que estuvo de guardia entre el 25 de junio a primera hora hasta el 26 a última hora, así como a todo el personal de la quinta planta que atendía en las habitaciones desde 503 a 520, de todo corazón mil gracias por su profesionalidad y, sobre todo, por su humanidad y buen trato.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de julio de 2003