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Palacio pide a Marruecos que dialogue con el Frente Polisario

Benaissa mantiene una larga velada con la ministra en Tetuán

Las relaciones entre España y Marruecos ya están a tono. Hace un año, el ministro marroquí de Exteriores, Mohamed Benaissa, ni siquiera salió a recibir a su colega Ana Palacio. Ayer, cuando se va a cumplir el primer aniversario de la invasión de Perejil, Benaissa se traladó a Tetuán para acompañar a la ministra española en una visita protocolaria, concluida la cual le ofreció una cena.

Palacio aprovechó su larga velada de trabajo con Benaissa para intentar convencerle de que la solución al conflicto del Sáhara pasa por un diálogo directo con el Frente Polisario. Marruecos se muestra muy reacio a reabrir esa comunicación que funcionó a comienzos de los noventa, pero el Gobierno español ha llegado a la conclusión de que el único logro que verosímilmente puede presentar durante su presidencia del Consejo de Seguridad, que ejerce este mes, es un acuerdo entre las partes -es decir, Marruecos, el Frente Polisario y Argelia, según los términos de la ONU- para iniciar un diálogo con un plazo fijo y el objetivo de perfilar los elementos de un posible arreglo.

El rechazo que las partes han expresado ya hacia la última versión del plan perfilado por James Baker, enviado para el Sáhara del secretario general de la ONU, Kofi Annan, hace impensable que se adopte por consenso. Fuentes diplomáticas españolas indican que tampoco es creíble que el Consejo de Seguridad lo imponga, ya que no sólo España o Rusia, sino miembros prominentes, como Francia, rechazan también la solución impuesta.

De ahí que el Gobierno español se incline por una vía intermedia, como es la apertura del diálogo acompañada de una nueva prórroga de la misión militar de la ONU para la celebración del referéndum (MINURSO).

Palacio abogó por el diálogo en la visita que giró hace un mes a Argel, más favorable a ese proceso, y ayer le tocó hacerlo en Marruecos ante un Benaissa que acababa de proclamar que el sentido de su presencia en Tetuán era "profundizar" en el futuro de las relaciones con España. "Yo veo ese futuro maravilloso, francamente", dijo.

La inmigración y las relaciones económicas fueron los otros temas tratados en esa entrevista, que tuvo todo el tono relajado de una cena de verano y apenas más testigos que los ministros y media docena de colaboradores. España sigue esperando que el ministro marroquí del Interior, Mustafá Sahel, viaje a Madrid para confirmar que su interpretación del acuerdo sobre inmigración de 1991 incluye la obligación de repatriar a los subsaharianos que lleguen a España procedentes de Marruecos.

Rabat espera, por su parte, una visita del ministro español de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, para concluir un nuevo acuerdo marco económico que desean los marroquíes. Fuentes diplomáticas españolas aseguran que la negociación está prácticamente terminada, salvo detalles, y desmienten que el tema esté siendo utilizado como contrapartida de la inmigración.

Las tres cuestiones mencionadas -Sáhara, inmigración y acuerdo económico- serán los pilares de la Reunión de Alto Nivel (RAN) que el presidente del Gobierno, José María Aznar, y su homólogo marroquí, Driss Jettu, acordaron el mes pasado en Toledo celebrar el próximo otoño.

La cooperación, el otro gran vector de las relaciones, avanza a buen ritmo, aunque la parte española aprecie reticencias marroquíes en algunos proyectos. Prueba de esa buena marcha es que, en los próximos días, visitarán Marruecos los ministros de Sanidad, Ana Pastor, y Agricultura, Miguel Arias Cañete.

"Va a haber tantas visitas de éstas que pronto no serán noticia", comentó Palacio durante su visita a Tetuán, donde inauguró una maternidad en el Hospital Español y las nuevas instalaciones del Instituto Cervantes, además de visitar un asilo de ancianos. "Esta visita representa el compromiso inequívoco, firme y convencido de permanencia de la colaboración de España con Marruecos", dijo.

Benaissa se dirigió siempre en público a ella como a "mi querida amiga y colega". Hace un año, en Rabat, cuando la mediación del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, consiguió a duras penas apagar los ardores de Perejil, los fotógrafos que presenciaron su encuentro con Palacio no lograron ni una sola instantánea en la que los ministros se miraran de frente.

"Yo le busco el novio"

Ana Palacio saboreó ayer en Tetuán las raíces de una ciudad que fue el centro del Marruecos español. Su colega Mohamed Benaissa, que es originario de la zona, negó que sea el punto de cruce de dos civilizaciones, ya que "la civilización hispano-marroquí es una, morisca", dijo.

Fue muy hispano el ambiente humano de la visita. "No he encontrado mi media naranja", confesó, por ejemplo, la ministra a María, una anciana de origen burgalés interna en el asilo de las monjas de la Caridad que le preguntó cuántos hijos tenía. Y la mujer replicó a la ministra con desparpajo: "No se preocupe, que yo se la busco".

Por el lado marroquí, destacó la presencia en la ciudad del rey Mohamed VI, que alterna su tiempo entre las residencias que tiene en las distintas capitales del país. Esa estancia real abrió en la delegación española la expectativa de una posible audiencia, que suele ser imprevisible, porque puede producirse en cualquier momento. Anoche, tres horas antes de la prevista por Palacio para regresar a Madrid, no se había confirmado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de julio de 2003

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