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La pérfida influencia afgana

La guerra de Afganistán y sobre todo el triunfo del integrismo suní sobre el régimen prosoviético de Mohamed Najibulá (1992) y la posterior llegada al poder del régimen talibán (1996) tuvo una perniciosa influencia en Pakistán y en el difícil ensamblaje de las etnias de un país surgido tras la violenta ruptura de la India del Imperio Británico. La minoría chií de Pakistán, que supone alrededor del 20% de sus 145 millones de habitantes, que son en un 97% islámicos, pertenece en su gran mayoría a la etnia hazara, originaria del centro de Afganistán.

La provincia paquistaní de Baluchistán, donde en menos de un mes se han producido dos ataques contra la minoría chií, es fronteriza con Afganistán e Irán -Quetta, con 1,4 millones de habitantes, se encuentra a tan sólo 60 kilómetros de la frontera afgana-, y cuenta con una numerosa comunidad hazara.

En los últimos 20 años se han multiplicado en Pakistán los enfrentamientos entre suníes y chiíes, al amparo principalmente de la radicalización del integrismo suní, que favoreció la aparición de diversos grupos radicales violentos que supuestamente están detrás de los ataques contra las personalidades tanto políticas como religiosas de la comunidad chií. Miles de personas han muertos en acciones de venganza entre las dos comunidades religiosas. Además, se han agravado los ataques indiscriminados contra la comunidad chií, pese al riguroso control impuesto sobre los extremistas islámicos por el Gobierno de Pervez Mussarraf tras su alineamiento con EE UU después de los atentados del 11-S. Con ésta son tres las mezquistas chiíes atacadas en poco más de un año.

La decisión, adoptada el 1 de junio por unanimidad del pleno de la Asamblea (Parlamento) de la llamada Provincia Fronteriza del Noroeste paquistaní, de imponer la ley islámica, sharia, en esa provincia es otra muestra de la influencia afgana en Pakistán, criticada como una "deriva hacia el totalitarismo religioso y hacia la talibanización" de la sociedad paquistaní por intelectuales y moderados del país.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de julio de 2003