La decisión de la ministra Pilar del Castillo de que la asignatura de religión cuenta para la nota media también en el bachillerato, ha provocado un cirio de grandes proporciones, con opiniones contrapuestas e incluso algún editorial de periódico, como el Avui.
Algunos cristianos -que queremos nuestra fe como algo más que una asignatura- pensamos que existen otras alternativas a la recuperación curricular de la religión -católica que es la que cuenta-, con una oportunidad muy sospechosa, por cierto, a raíz del apoyo de los obispos a la política del presidente José María Aznar, y de la comprensión del papa por la complicidad del gobierno del PP con la invasión y posterior ocupación de Irak.
La alternativa no es otra que la inclusión de una nueva área de conocimiento, obligatoria y evaluable a todos los efectos: una antropología cultural, que documente la historia y la actualidad del pensamiento humano hacia la presencia o ausencia del hecho religioso. Y punto.
La confesionalidad de cualquier creencia, tiene todo el derecho de ser considerada en el ámbito público, naturalmente, pero no necesariamente en el contexto curricular de los centros escolares. Éstos tienen una responsabilidad formativa, que tiene que abarcar una formación cultural sólida y unas actitudes favorables a la convivencia de diferentes ideologías -religiosas también-. Que no es poco.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de julio de 2003