Selecciona Edición
Selecciona Edición
Tamaño letra

Un regatista alicantino regresa a puerto tras dar la vuelta al mundo

Más de 80.000 kilómetros surcando los mares durante cuatro años y 30 países visitados son los datos objetivos. Las impresiones de esos cuatro años de soledad en azul marino las empezaba a desgranar al mediodía de ayer José María Ripoll, regatista profesional, tras atracar en el muelle de poniente del puerto de Alicante. En ese punto zarpó el 15 agosto de 1999 para dar la vuelta al mundo a bordo de su velero Archibald.

"Viajar es la mejor manera de conocer el mundo y de conocerse a sí mismo", reflexionó el intrépido marino, apenas poner pie en puerto alicantino, entre los aplausos y calurosos saludos de un grupo de amigos y familiares que acudió a presenciar el colofón de su formidable travesía marina.

Ripoll, de 45 años, subrayó que comenzó la aventura en desquite por un intento fallido dos años antes y con el único aliciente de conocer sobre el terreno los rincones del mundo. "La idea de dar la vuelta al mundo tiene su origen en el naufragio que sufrí con mi anterior velero en aguas del Caribe", relató. "Entonces compré este velero, Archibald, más potente porque su casco es de acero, y decidí probarlo. Salí de Alicante, llegué a Canarias, cruce el Atlántico, pase al Pacífico por el canal de Panamá, y me dije por qué no seguir hasta regresar a puerto por el sentido contrario", añadió sin ufanarse de la altura de su hazaña.

Durante su singladura por mares de todo el mundo -un tercio en completa soledad- el marino alicantino aseguró que experimentó todo tipo de vicisitudes, "aunque siempre vi una salida", subrayó. "Pasé noche sobre arrecifes coralinos, soporté la embestida de las tormentas y hasta el acoso de los piratas al paso por la costas de Yemen, pero nunca vi en peligro la aventura", explicó.

Ripoll fue parco a la hora de explicar los detalles de su odisea marina. "Voy a recopilar las reflexiones y emociones del periplo en un libro", dijo. Después, dentro de dos años, iniciará otra desafiante aventura, en este caso rumbo a la Antártida.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 6 de julio de 2003