Mi abuela el lunes 30 de junio ingresa en la provincia de Sevilla en una residencia asistida subvencionada por la Junta de Andalucía aún en obras, tras firmar varios documentos, entre ellos uno en el que autorizaban a una persona de dicha residencia a acompañar a mi abuela en caso de traslado al hospital (valor de la plaza: 400.000 de las antiguas pesetas), y el día 3 de julio nos llaman por la tarde comentándonos que se ha puesto muy grave y que se dirige al hospital Virgen Macarena, cuando llegamos segundos después se abrían las puertas de la ambulancia con mi pobre abuela en condiciones infrahumanas y sin compañía de ningún tipo, sólo el chófer de dicha ambulancia. Dos horas después falleció. Pedimos explicaciones y nos llegaron a decir que si habíamos pagado por acompañarle. Dios mío, es esto justo para los últimos momentos de vida de una persona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de julio de 2003