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Reportaje:LOS DISCOS DE TU VIDA

'Spirits having flown', de Bee Gees

Spirits having flown (1979) fue el primer elepé de los Bee Gees tras el colosal boom de la banda sonora de Saturday night fever, la película que lanzó el fenómeno de la disco music. Aun sin perder de vista la pista de baile, los hermanos Gibb se esforzaron en construir canciones tan identificables como Tragedy, Too much heaven y Love you inside and out. El álbum, de la colección Los discos de tu vida, se puede comprar con EL PAÍS, desde mañana y durante una semana, por 5,95 euros.

Es una de las trayectorias más extraordinarias del pop: abarca tres continentes y casi cincuenta años de vida creativa en común. Por no hablar de su cambiante orientación musical, con dos picos de popularidad: como grupo que sigue la estela de The Beatles y, con ventas infinitamente mayores, como paladines de la disco music.

Por orden de aparición: Barry Gibb nace en Manchester en 1946; los gemelos Robin y Maurice, en 1949, en la isla de Man. Hijos de una cantante y un director de orquesta, debutan en los intermedios de los cines en 1955, cuando el rock and roll no es más que un lejano rumor. Pero el Reino Unido sufre una amarga posguerra y la familia Gibb emigra a Australia en 1958. Los chicos son tan monos que captan la atención de un cazatalentos y consiguen su propio programa de televisión en Brisbane. De The Brothers Gibb pasan a denominarse The Bee Gees.

Y graban a partir de 1962, exhibiendo una pasmosa capacidad para adaptar las tendencias de moda a sus juegos vocales, distinguidos por los falsetes. Desde Australia, los hermanos contemplan con asombro cómo el país que abandonaron se ha convertido en Eldorado del pop mundial. Vuelven a principios de 1967: un viaje en barco de cinco semanas durante el cual reciben la noticia de que finalmente han conseguido su primer número 1 en Australia, Spicks and specks.

Robert Stigwood, un tiburón australiano asociado con Brian Eptein, les ficha nada más desembarcar. Se hacen quinteto con la incorporación de dos australianos de pura cepa, el baterista Colin Petersen y el guitarrista Vince Melouney. Y los éxitos caen en cascada: New York mining disaster 1941, To love somebody, Massachussetts, Holiday, Words, I started a joke. Su punto de partida son los Beatles más barrocos, pero, camaleónicos, disimulan que Massachusetts es una canción country o que To love somebody es una balada soul hecha por encargo de Otis Redding. Como los Beatles, sacan un elepé doble (Odessa) y hacen su especial de televisión (Cu cumber Castle).

Todas sus habilidades no impiden que el grupo descarrile a finales de los sesenta: crisis nerviosas, enfermedades, deserciones, carreras en solitario, despido de los miembros que no se apellidan Gibb, demandas del propio manager. Según avanzan los años setenta, se orientan al mercado estadounidense, girando hacia el R & B, guiados por el productor Arif Mardin. Casi por sorpresa, se encuentran cabalgando sobre la ola de la disco con Jive talkin, Nights on Broadway y You should be dancing.

En 1977, Stigwood les pide temas para Saturday night fever, adaptación fílmica de un reportaje ficticio de Nik Cohn sobre el mundo de los bailones de barrio. La película mitifica a John Travolta y universaliza el fenómeno de las discotecas; su doble elepé vende decenas de millones de copias. Durante bastantes meses, los Bee Gees son los reyes planetarios de la música pop; Barry Gibb tiene suficientes canciones libres para convertirse en solicitado productor; hasta el hermano menor, Andy Gibb, se transforma en una estrella.

Spirits having flown es su elepé más cuidado hasta el momento: un intento de superar la moda disco basado en la solidez de sus canciones. Grabado en Miami, cuenta con llamativos invitados -Herbie Mann, los metales de Chicago- y genera tres éxitos. Tiene algo de canto de cisne. Los Gibb han puesto banda sonora a la gran era de libertinaje del siglo XX, pero ya aparecen caras amenazadoras que anuncian el fin de la orgía: Reagan, Pablo Escobar, el sida...

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de julio de 2003