El día 9 de julio suena el teléfono de mi casa y una voz me dice: "Le llamo de Convergència i Unió, de parte del consejero Artur Mas. Querría saber qué dos cosas considera usted que habrían de cambiar en Cataluña".
La pregunta me deja perplejo. "La ocasión de mi vida", pienso, "le diré todo lo que se ha de cambiar". Me acuerdo de los 23 años de gobierno de CiU sin pena ni gloria, de que su juez y su empresario ejemplar están en la cárcel, de sus pactos vergonzosos con el PP, de la privatización de la sanidad y la enseñanza. Pienso en la mala gestión de la Generalitat y su deuda, en el artículo de González Casanova donde se detalla cómo la derecha de este país, entre la que está CiU, presta su apoyo a Aznar en su particular cruzada contra el Estado de derecho. Tras unos segundos, lo único que se me ocurre contestar es que "preferiría que el consejero Mas me lo preguntase personalmente".
Después de unas horas, le comento el incidente a un amigo. Éste, muy sabio, contesta rápidamente que las dos cosas que hay que cambiar en Cataluña son Convergència y Unió; mi amigo tiene razón, cambiando estas dos cosas cambiaría Cataluña, y mucho.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de julio de 2003