José Mercé ha encontrado la fórmula, y la viene cultivando con éxito desde 1998, cuando grabó con Vicente Amigo aquel disco titulado Del amanecer, que marcó el inicio de su etapa actual.
Una fórmula bien sencilla, que consiste en gustar a todos. Para quienes no están muy conformes con esta línea de corte comercial, tirando a discotequera, Mercé canta siempre de entrada unos cuantos temas de flamenco-flamenco, con los que acalla a ese importante sector de la audiencia. En el concierto del Conde Duque, tonás -con el ruido de fondo del trotecillo subiendo las gradas de quienes estaban entrando, lo que debería evitarse-, siguiriyas, malagueñas....
Veranos de la Villa
Cante: José Mercé. Toque: Moraíto Chico y Juan Diego. Bajo: Manuel Nieto. Percusiones: Güito. Conde Duque. Madrid, 9 de julio.
Para quienes, por el contrario, les encantan estos discos que ahora hace -que son legión, eso nadie puede ponerlo en duda-, Mercé se saca de la manga sin ningún esfuerzo temas tan rubricados por el favor popular como Aire, Lío, Maquíname y compañía.
Y entre ambas tendencias algunos temas que él intuyó podían irle de maravilla, como Al alba, de Aute, o Te recuerdo, Amanda, de Víctor Jara. Así que todos contentos, porque lo cierto es que Mercé canta extraordinariamente y todo, además, le suena muy, muy flamenco en su voz. Parece fácil, pero hay que saber venderlo. Y Mercé sabe: "¡Hola, Madrid, para mí la capital del flamenco!", por ejemplo.
Es evidente que Mercé se halla muy a gusto en ese estatus tan singular que ha logrado en el arte flamenco. Lo pasa bien, se divierte, y además tiene el favor del público. No es menos cierto que sus conciertos se parecen demasiado unos a otros.
La fórmula, de contrastada efectividad, puesto que cada noche los espectadores le ovacionan reiteradamente puestos en pie. Un fandango fuera de micrófono y es la locura. El final por bulerías, con esa patada impagable de Moraíto, y la fiesta sigue.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 11 de julio de 2003