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Crónica:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN | Natación sincronizada

Directas al éxito

Sensacional actuación de Gemma Mengual en solo y en dúo, junto a Paola Tirados, acerca a España a las medallas

Vista así, con todos los músculos en tensión, preparada para lanzarse a la piscina con los primeros acordes del Moonlight sonata de Alicia Keys, parece difícil creer a Gemma Mengual. "Me temblaban los brazos y las piernas. No podía dominarme. Casi me desmayo", dijo después de su brillante ejercicio en la prueba técnica. Hasta el momento de salir a la plataforma de la piscina, Gemma había controlado la tensión. Tiene 26 años y usa su larga experiencia como estrella de la natación sincronizada para no dejarse llevar por las emociones. Pero el momento la superó. La gente se levantó para ovacionarla, primero porque ella es Gemma Mengual, la chica del barrio de Les Corts que quiere triunfar en el Mundial de Barcelona, y también porque tiene duende, esa rara capacidad de provocar algo que se mueve entre el entusiasmo y la admiración. Es algo que va con ella.

"Me temblaban los brazos y las piernas. No podía dominarme. Casi me desmayo"

La ovación saludó su camino desde la puerta del vestuario hasta el borde de la piscina. Durante toda su vida-18 años de dedicación a un deporte apenas conocido en España- había soñado con este momento: protagonista principal en su casa, en un gran acontecimiento, con toda la atención sobre ella. Se sintió superada. Había dormido tan bien que no oyó el despertador. Fermín Oliete, el fisioterapeuta del equipo español, se preocupó un poco y la llamó por teléfono. "Qué pasa, Gemma", le dijo. "Nada", contestó ella, "me he quedado dormida". Tampoco se sintió especialmente nerviosa en los instantes previos a su entrada en escena. Y de repente, allí estaba, temblando, conteniendo cualquier signo de debilidad ante la gente y los jueces. No se lo podía permitir. Era su hora.

Durante los siguientes dos minutos, nadie pudo sospechar el ataque de pánico que sufrió Gemma. Poco antes había terminado su actuación la imbatible francesa Virginie Dedieu, una muchacha de aspecto frágil que se convierte en una nadadora implacable cuando entra en acción. Parece más alta, más fuerte, más decidida. Es otra persona. Virginie Dedieu asombró a los espectadores con la seguridad de sus movimientos, firmes, potentes, perfectos. Daba la impresión de sostenerse en el plano del agua, desafiando todos los principios físicos. Zas, zas, cada uno de los momientos obligatorios era un golpe seco, sin concesiones, de una autoridad que no dejaba lugar a dudas. Su maestría resultaba abrumadora para los expertos y para los profanos que se habían reunido en la piscina Picornell. La puntuación de los jueces sólo vino a certificar lo que se daba por hecho entre el público: la mejor.

Batir a la francesa es tarea imposible en estos tiempos, pero Gemma Mengual se acercó visiblemente al nivel de Dedieu. No es tan fuerte y su resistencia física es menor. Lo que tiene es elegancia y capacidad para trasmitir algo especial en sus ejercicios en el agua. Se quejó del efecto de la tensión, "porque me ha obligado a actuar con demasiada fuerza para compensar los nervios". Desde fuera, todo en su ejercicio estuvo lleno de naturalidad y gracia. Algo, sin embargo, falló a última hora. Se lo cobró la fatiga. Fue en el penúltimo elemento técnico obligatorio, el denominado Aurora. "He fallado ahí", comentaba con resignación después de un ejercicio irreprochable por lo demás. Los jueces detectaron el error, que la llevó a la segunda posición, empatada con la japonesa Miya Tachibana. En cualquier caso, su satisfacción era evidente. Gemma ha progresado hasta el punto de combatir con las mejores. No resulta fácil conseguirlo en la sincro, donde el sistema de castas impone una lento ascenso en la jerarquía. Las españolas, que hasta hace bien poco eran una nota a pie de página, lo saben muy bien. Han sido años de trabajo y dificultades. Las pocas especialistas han tenido que reunirse en el CAR de Sant Cugat y entrenarse con un fanatismo minucioso a las órdenes de Ana Tarrés, la mujer que ha dirigido los destinos de Gemma desde niña y que sabe perfectamente lo que significa en la natación sincronizada. "Tiene tirón y hay que aprovecharlo". Es cierto, algo se mueve alrededor de la nadadora catalana, algo parecido al entusiasmo. Aprovechar el tirón de Gemma significa someterla a un régimen brutal de competición. Participará en todas las pruebas del calendario de la sincro. No terminará hasta el sábado, después de actuar como solista, en dúo junto a Paola Tirados, en equipo y en la combinada, que incluye, solos, dúos y grupo.

"Cuando termine el sábado estaré destrozada", decía después de competir por la tarde en dúo. Lo hizo junto a Paola Tirados, una canaria de 23 años que funciona perfectamente como complementaria de Gemma. "No sé qué nos distingue a una de la otra. Bueno, sí. Ella es más ordenada. Yo soy más loca", comentaba la nadadora de Barcelona después de la prueba, cerrada con éxito. Las españoles se colocaron en tercera posición, por detrás de Rusia y Japón. "Vamos a por la medalla", dijeron Mengual y Tirados. Tarrés preguntó a los periodistas qué había dicho. "Que van a por la medalla", le contestaron. Se rió. Está claro que la posibilidad era cierta, pero que nadie quería hablar del asunto, quizá por cábala, quizá porque la sincro siempre ha sido demasiado respetuosa con las jerarquías. Pero el caso es que Gemma y las españolas van directas al éxito.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de julio de 2003