La señal inequívoca de la corrupción política generalizada y asumida desvergonzadamente por nuestros políticos, que así se están cargando la democracia conseguida tras los duros y oscuros 40 años de dictadura, es la falta de luz y taquígrafos; que nos expliquen cómo se financian los partidos y de dónde sacan las enormes sumas gastadas en las propagandas electorales.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 15 de julio de 2003