Madrid tendrá ocho rivales en su aspiración de lograr los Juegos Olímpicos de 2012, pero sólo tres de peso: París, Londres y Nueva York. El COI recibió al término del plazo de presentación las solicitudes de nueve ciudades, que acompañaron sus informes con 100.000 dólares, unos 88.000 euros, por su precandidatura. Moscú, Leipzig, Estambul, Río de Janeiro y La Habana son las restantes.
Jacques Rogge, el actual presidente del COI, no deja de repetir que lo único válido para ganar es presentar un buen informe de la candidatura, algo que parece obvio. Sin embargo, la realidad histórica indica que en las decisiones de los variopintos miembros del COI influyen mucho razones políticas y geoestratégicas. Un tribunal de expertos no elegiría muchas veces en el mismo sentido. Y aunque en el COI entran cada vez más entendidos del deporte, en lugar de aristócratas o empresarios de discutible capacidad e imparcialidad, deberán pasar años todavía para una justicia técnica en los resultados.
Por ello, las posibilidades de Madrid serán reales si ofrece un informe de calidad -algo factible-, para competir dignamente con las tres rivales fuertes. Ellas serán espléndidas sobre el papel, pero con lastres graves.
- LAS GRANDES ENEMIGAS
París. Su único inconveniente es que ya organizó los Juegos en dos ocasiones, en 1900 y 1924, privilegio que sólo Londres -1908 y 1948-, Los Ángeles -1932 y 1984- y Atenas -1896 y cuando lo haga el año próximo 2004- lo han tenido. Pero quedan muy lejos y se le deben dos derrotas, una de las razones que suele atender el COI. Sería un doble desagravio después de ser despreciada ante Pekín para 2008, y, en perjuicio de Madrid, frente a Barcelona para 1992. Además, nadie puede dudar de que se trata de una gran capital -por algo Lille, candidata francesa de transición para 2004 no pasó el corte- y de un país con potencial sobrado para garantizar unos Juegos, incluso ahora mismo el menos implicado en conflictos bélicos, dos asuntos, el de la economía y el de la seguridad, claves para la tranquilidad y el voto del COI.
Londres. En su caso, al ser más cercana aún su última organización -1948- sería un inconveniente aún mayor. Pero los tiene peores. Vuelve como cabeza visible británica por primera vez después del fracaso de Manchester para los Juegos de 2000 que ganó Sydney. No se le debe nada y aunque es indiscutible su capacidad como gran capital -y sus posibilidades, como París en lugar de Lille o Madrid en lugar de Sevilla- ha entrado en liza a regañadientes. De hecho, mientras París sólo necesitó rearmarse después del disgusto de Moscú, en la elección de 2001, Londres ha agotado todos los plazos hasta terminar la invasión de Irak y convencerse el gobierno británico de que podría contar con dinero suficiente. Pero los londinenses tendrían que sufrir una subida de impuestos, detalle que no gustará al COI, por lo que puede suponer, no tanto de posible desastre económico, sino de impopularidad. Cualquier protesta de los ciudadanos sobre una candidata ha supuesto históricamente la derrota.
Nueva York. Su gran fuerza es el poder económico, aunque el COI ya sabe que no es una garantía de éxito, como demostró la desastrosa experiencia de Atlanta 96. Los Juegos privados, de funcionarios sin alma, pueden quedarse vacíos de espíritu olímpico y llenos de despropósitos. Ese no debería ser el caso de La gran manzana que quiere reivindicar justamente lo contrario, e incluso le favorecería ante las candidatas europeas la rotación de continentes en la elección de las sedes, pero sus puntos negativos son otros. El más evidente es que dar los Juegos a cualquier ciudad de Estados Unidos supondrá al COI arrastrar durante años el problema de la seguridad, el renacimiento de los boicoteos o similares. Y otro más interno es que el COI no suele olvidar las afrentas. Y muchos miembros no han olvidado que precisamente Estados Unidos fue el gran acusador que los humilló por el escándalo de la corrupción. Y las venganzas se sirven en platos de elecciones.
- LAS ADVERSARIAS MENORES
Moscú. Tiene también el gran inconveniente de los Juegos más cercanos organizados en 1980. Ahora, terminada la guerra fría, no tendría el problema del boicoteo que sufrió entonces, pero a efectos del COI tiene otro mucho peor: la inseguridad por su complejo entramado político-económico tras la desintegración de la URSS, y el más claro del terrorismo checheno.
Leipzig. Tras el fracaso de Berlín para los Juegos de 2004, Alemania ha querido hacer un guiño a la historia presentando a Leipzig, la ciudad más representativa de la antigua República Democrática Alemana. Pero la apuesta de una candidata no capital, por muchos méritos que tenga -discutibles, además, en la más deprimida zona oriental del país- no agradará al COI, como casi siempre.
Estambul. Gran corredora de fondo -se presenta por cuarta vez consecutiva- mejor habría que denominarla gran perdedora de fondo. Turquía es un país complejo y su ciudad más famosa un caos similar al de Atenas, que sólo la historia fundadora griega salvó. Además, sigue latente siempre el problema kurdo, que crea otra inseguridad insalvable, de momento.
Río de Janeiro. Junto con la argentina Buenos Aires son las dos ciudades que tienen el primer derecho alguna vez de ser las primeras sedes suramericanas de unos Juegos. Pero lo mismo que para 2004 ambas cayeron dignamente en la final, parece aún pronto para que el COI se fíe de la brasileña, aunque parezca tener mejores perspectivas que la muy deprimida argentina. Su despegue es todavía una incógnita, aparte de los problemas de inseguridad ciudadana que aún aquejan a una de las ciudades más bellas del mundo.
La Habana. Sólo como una chulería nuevamente se puede entender la presentación de la capital cubana, que tiene carencias múltiples. No pasó ya el corte para 2008 y cuando Jacques Rogge ha insinuado que de haberlo entre las nueve candidatas sería mínimo, indudablemente estaba pensando en ella, quizá en la única de todas las aspirantes. No tiene sentido.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de julio de 2003