Desde el inicio del verano sufrimos el botellón prácticamente todas las noches. Vivo en la zona de Arroyo del Fresno, un área teóricamente lejana del centro y, por tanto, ajena a este tipo de problemas. Como esta actividad está mucho más vigilada en el centro de Madrid, los aficionados al botellón han decidido cambiar de barrio. Además, cada vez que intentamos recurrir a la Policía Municipal tenemos que soportar una grabación durante 20 minutos informándonos de que estamos "al habla con Policía Municipal de Madrid... todos nuestros agentes están ocupados...". Y yo me pregunto: ¿para qué la ley antibotellón si luego la Administración no es capaz de controlarlo?
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de julio de 2003