Hamilton fue una especie de Maquiavelo del siglo XVIII en Inglaterra, que escribió un librito para orientación y consulta de los parlamentarios de los Comunes. Como esgrima dialéctica fundamental proponía: Halagar al partido y si no se puede a la causa, y si no se puede ni al partido ni a la causa, ofender al adversario. A pesar del tiempo transcurrido y la simpleza de la teoría de Hamilton, lo cierto, para demérito de muchos políticos, todavía tiene su torticero predicamento. Es una técnica habitual en el señor Aznar, que asume con regodeo ese papel de thriller verborreíco.
Menos mal que hay otros partidos y políticos más serios y con más fundamento, que no necesitan recurrir a la última posibilidad de Hamilton. Ése es el caso del PSOE y de Aurora Atoche, delegada de Bienestar Social del Ayuntamiento de Sevilla, que apenas un mes después de constituirse la corporación municipal presidida por Alfredo Sánchez Monteseirín, ha iniciado el realojo de las familias que viven en chabolas en Los Bermejales en pisos de distintas zonas de la ciudad.
También anunció el comienzo del trabajo social en otros núcleos chabolistas con objeto de llegar a la total extinción de estos precarios alojamientos, que han tenido que sufrir durante demasiados años el desinterés de otras corporaciones. Pero una política progresista no puede quedarse, siendo importantísimo, en el realojo, en una simple dotación de infraestructuras, sino que para que sea integral debe acompañarse, como en este caso, de políticas para conseguir la total normalización social. Mientras unos ofenden, otros trabajan por conseguir una vida digna para sus conciudadanos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de julio de 2003