La presidencia española del Consejo de Seguridad de la ONU está intentando aguar -"matizar", precisan fuentes diplomáticas españolas- el proyecto de resolución de EE UU que insta a aplicar la nueva versión del plan de James Baker en el Sáhara occidental. Marruecos rechaza ese plan, que, en cambio, el Frente Polisario y Argelia se mostraron dispuestos a explorar la semana pasada. La nueva propuesta prevé la celebración de elecciones autonómicas y, tras cuatro o cinco años, un referéndum de autodeterminación.
John Negroponte, el embajador de EE UU ante la ONU, pidió el 11 de julio a la máxima instancia decisoria de Naciones Unidas que "continúe apoyando los esfuerzos del secretario general y de su enviado especial y asuma el plan de autodeterminación para la población del Sáhara Occidental". El texto solicita además a las partes que "colaboren con la ONU y entre ellas para aplicar el plan de paz".
La propuesta de Baker prevé, primero, celebrar unas elecciones autonómicas en la antigua colonia española y, al cabo de cuatro o cinco años, un referéndum de autodeterminación con un censo de votantes muy favorable a los intereses marroquíes. Aun así, Rabat la desestima porque rehúsa correr cualquier riesgo que ponga en tela de juicio su "soberanía" sobre el territorio.
Lejos de hacer, esta vez, causa común con Washington, la diplomacia española busca suavizar su resolución, según señalan fuentes de la ONU, lo que molesta a los estadounidenses. Inocencio Arias, embajador español y presidente de turno del Consejo, intenta que esa institución se limite a hacer una valoración positiva del plan Baker, sin llegar a asumirlo y que el posterior diálogo entre Rabat y el Polisario no se ciña a ese proyecto.
Hasta junio, los portavoces de la diplomacia española insistían hasta la saciedad en que respaldaban sin fisuras la labor de Annan y de Baker. Ese mes, el secretario general de la ONU pidió en su informe al Consejo de Seguridad que hiciese suyo el plan de su enviado especial y que lo impusiese a las partes para resolver el conflicto. Desde entonces el apoyo español a Annan se ha resquebrajado.
Algunos de los diplomáticos españoles opinan que el cambio de postura de Madrid no obedece a razones de fondo, sino que es "meramente táctico". "Antes de que concluya su presidencia del Consejo, España quiere apuntarse una medalla intentando sacar adelante una resolución que goce de un amplio consenso y que no sea de mero trámite", afirma uno de ellos. "Para eso debe diluirse el proyecto norteamericano".
Posición de Francia
Esta actuación española ha incitado, por primera vez, a un ministro marroquí a mostrarse satisfecho por la postura de España con relación al Sáhara. España "ha empezado a comprender la realidad de las cosas", declaró el jueves el titular de Exteriores, Mohamed Benaissa, a la televisión de Abu Dhabi. Casi al mismo momento, el portavoz del Gobierno marroquí, Nabil Benabdalá, manifestaba su "sorpresa" por la actitud de Washington.
El principal valedor de los intereses de Marruecos en el Consejo sigue siendo, no obstante, Francia que arrastra consigo a sus ex colonias, Guinea Conakry y Camerún, y confía en sumar a su causa a Pakistán, Bulgaria y México. Bajo cuerda, la diplomacia francesa deja caer que Baker, tan elogiado por París cuando presentó la primera versión de su plan, "ya no es indispensable" para resolver el conflicto.
Ése es, según denuncia el Polisario, el objetivo de Marruecos: persistir en su rechazo del plan Baker para evitar que la ONU le dé un espaldarazo y acabar provocando la dimisión de su autor abriendo así una crisis que prolongaría aún más el actual statu quo, que, en el fondo, beneficia a Rabat.
La semana próxima tendrá lugar en Nueva York una nueva reunión preparatoria del Consejo de Seguridad en la que algunos miembros podrán rectificar otra vez posiciones. Baker presionará para que Estados Unidos defienda su proyecto, pero ni siquiera Washington quiere poner a Rabat contra las cuerdas, porque le está brindando una valiosa ayuda en materia de cooperación en su lucha contra el terrorismo islámico.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de julio de 2003