Un piano y una voz con la suave percusión de una sartén y un pincel o un pequeño tambor. Un programa de música tradicional brasileña -sambas antiguas y un congado del folclor del Estado de Minas Gerais- y música brasileña contemporánea como Cara de índio, de Djavan. Casi música de cámara por la delicadeza del piano, entre romántico e impresionista, de Benjamim Taubkin y la emotiva voz de Mônica Salmaso. No estamos ante una de esas voces intercambiables que tanto se estilan últimamente. Ajena a las fórmulas uniformizadoras que maneja la industria discográfica, Mônica Salmaso no se parece a nadie. Con un timbre personal y una emisión sobria e intemporal, es una de las cantantes brasileñas más valiosas de los últimos años.
Mônica Salmaso y Benjamim Taubkin
Mônica Salmaso (voz) y Benjamim Taubkin (piano). Calle 54. Madrid, 18 de julio.
Cantante y pianista acaban de estar tres noches en la sala de moda, tras recorrer Cataluña y tocar en Valladolid junto a los otros 10 músicos de la Orquestra Popular de Câmara, una refinada y estimulante formación de cuyo repertorio rescataron una obra instrumental de Taubkin, Domingo no sitio dos Nakashima.
Ella ha dado muestras de su talento en los discos independientes Trampolim y Voadeira, y ya antes lo había hecho en una reedición de los célebres afrosambas de Baden Powell y Vinicius de Moraes, a dúo con el guitarrista Paulo Bellinati; él es un músico creativo envuelto en diversos proyectos culturales e impulsor de un sello de música de alto nivel, Núcleo Contemporâneo, con más de veinte referencias que se distribuyen a las tiendas de forma artesanal. Ofrecieron a los comensales una versión delicada del Blackbird, de Lennon y McCartney, y Ave María no morro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 20 de julio de 2003