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Vicentico inicia su segunda gira por España con su pop latino y artesanal

Gabriel Fernández Capello, Vicentico, lleva un año frenético. El que fuera cantante de la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs debutó como solista a finales del año pasado con un disco titulado como su nombre artístico, un trabajo que él define como "simple" y que contiene aires flamencos, rumba, mambo y hasta un bolero.

Este argentino ha dedicado los últimos meses a la promoción del disco y a terminar el rodaje de Los guantes mágicos, película de Martin Rejtman que se estrena en octubre. Tras el éxito de su visita en abril, ha regresado a España para ofrecer tres conciertos. Actúa hoy en Málaga, mañana en Madrid y el miércoles en el Festival Pirineos Sur. Vicentico es claro como las letras de sus canciones. Encantado con su nueva etapa en solitario, no echa de menos su antigua banda. "Ahora hago lo que me gusta", dice, "siento que el último tiempo con los Cadillacs hicimos música cogida por los pelos, caprichosa. Para este trabajo decidí hacer lo que me salía de dentro, sin complicaciones innecesarias. Me resultó realmente fácil componer".

Directo que crece

Pese a esa facilidad con la que, dice, "armó" el disco, Vicentico es un trabajo hecho con mimo, de producción artesanal: "Me siento más artesano que artista", dice. Además, como ya demostró en abril, el directo está a la altura de la producción, de la que se encargó el propio cantante junto con Afo Verde, responsable, entre otros, del sonido de Diego Torres. "Siento que el disco gana en directo", explica, "en vivo crece, descubro nuevos matices, nuevas posibilidades".

Siguiendo la línea del eclecticismo musical que caracterizó a Los Fabulosos Cadillacs, Vicentico es un trabajo que hace gala de una curiosidad estilística que va desde la murga hasta la música brasileña, pasando por la balada, el rock o el pop más clásico. "No sería capaz de hacer estilos puros", explica el músico, "no soy purista ni quiero serlo. Me gusta acercarme a las cosas desde fuera".

Vicentico reconoce que su empeño en tocar distintos palos es síntoma de un agotamiento general de las fórmulas clásicas del pop. "Es probable que el pop se haya agotado", admite el solista; "de todas formas, a mí me interesan las cosas que se han agotado. Aprovecho lo meloso y molesto del pop. Cojo elementos de algo espantoso como Pimpinela e intento contar algo".

Algo que está muy lejano de Pimpinela. En las letras de Vicentico hay crónica social, desgarro y unas dosis de honestidad poco diplomáticas. "La corrección política me deprime", dice a propósito de la letra de Culpable, que habla de la venganza a una mujer.

También hay espacio para la denuncia. Se despierta la ciudad es el retrato de una sociedad que se derrumba. "Pero yo no me identifico con el rockero que toma posturas que luego no puede mantener", aclara, "no soy nada coherente".

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 22 de julio de 2003